Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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6. Metal gear solid

En 1997 Hideo Kojima ya tenía enganchados a miles de jugadores alrededor del mundo, descontando América, con dos de las mejores y más agradables aventuras gráficas de la temprana generación de 32 bits: Snatcher y Policenauts. Nadie se hubiera imaginado que al año siguiente su genio explotaría resucitando un antiquísimo juego suyo, Metal Gear, originalmente para el MSX en Japón y el NES en el resto del mundo.

Como el resto de los adeptos tardíos al NES, siempre consideré al original Metal Gear de Konami un muy buen juego, pero difícilmente un clásico. A lo mucho, era uno más de lo que parecía una montaña de excelentes títulos para la consola, bien posicionado entre Mega Man 2 y Bionic Commando, digamos. Como Bionic Commando, Metal Gear cargaba bajo el brazo varias innovaciones en el género de acción, siendo la principal la obligatoriedad de permanecer oculto a los ojos del enemigo a toda costa. Ésa era su principal fortaleza y quizá también el mayor obstáculo que le impidió convertirse en un clásico: en un tiempo donde se utilizaban sólo dos botones y cualquier intento de complejidad se estrellaba siempre con limitaciones del hardware y las expectativas de una audiencia aún demasiado joven, presentar un juego donde el personaje principal debe esconderse de los enemigos representaba una afrenta a los que se habían criado en la escuela Contra de destruir todo lo que se moviera. Complicaba las cosas el hecho de que el concepto era demasiado ambicioso para una consola de 8 bits: cuando los arbustos tienen la misma solidez de un tanque armado, es difícil recrear una experiencia de espionaje totalmente realista.

Al poco tiempo salió para el NES una cosa llamada Snake's Revenge, supuesta secuela de Metal Gear, pero que se sentía como una apología de Konami para aquellos niños que había asustado con las aspiraciones realistas del juego original. Snake's Revenge era un clon más de Contra, y Solid Snake, el personaje principal de la serie, se había transformado en una especie de trooper sin cerebro. Los que hubieran quedado intrigados con el curioso modo de juego de Metral Gear definitivamente se olvidaron de la franquicia una vez que esta pseudosecuela apareció.

Pero lo que pocos supieron fue que Snake's Revenge resultó diametralmente distinto a Metal Gear por la sencilla razón de que no fue desarrollado por Hideo Kojima, sino por un montón de simios en Corea del Sur. Hideo Kojima lanzó una secuela a Metal Gear, aunque sólo para la computadora MSX, una de las pocas plataformas que se mantuvo exclusivamente en Japón. Si las gráficas del original Metal Gear en el MSX eran mucho más intrincadas que en el NES, las de Metal Gear: Solid Snake eran absolutamente espectaculares. Pero más que eso, Kojima había tomado la vaga historia del primer juego y, ayudado por menos limitaciones en el MSX, le imprimió un sentido de narrativa inédito hasta ese momento en un juego de acción. El personaje de Solid Snake se definió como un duro infiltrador, y por lo hardcore que era, sabía que la única manera de llegar hasta el fondo de las cosas era con paciencia e inteligencia. Como parte de un equipo especial entrenado para misiones muy delicadas, Solid Snake se ve envuelto en juegos de traiciones y maquinaciones bizantinas, donde después de mucho giros y reinterpretaciones finalmente es testigo de cómo se desmorona un universo que parecía tan sólido y sencillo en el primer juego. La experiencia deja a Solid Snake como un solitario espía retirado, un ermitaño que sería llamado a servicio de nuevo en 1998.

No 1998 en el juego, sino aquí, en la Matrix. Como mencioné al principio, en 1997 había un culto a Kojima gracias Snatcher y Policenauts (para el Sega CD), pero nadie en América sabía su nombre, ni se acordaban del Metal Gear de NES. Todo esto cambió en mayo de ese año, cuando en el Electronic Entertainment Expo se presentaron los primeros videos de Metal Gear Solid para el Playstation. Grandes avances se habían hecho en Inteligencia Artificial, y, teniendo un lienzo más amplio con el cual trabajar, Kojima llevó un paso adelante la densa historia de intrigas y mitología militar de Metal Gear: Solid Snake. Pero, desde luego, nadie se dio cuenta de esto con los videos. Había filas enormes para ver los 10 minutos que mostraban, en cuestión de gráficas, lo que nadie se imaginaba que pudiera hacer el Playstation. Aunque después hayan salido juegos como Final Fantasy IX o Tony Hawk Pro Skater 2, estoy seguro de que Metal Gear Solid fue el juego que alcanzó los límites de la consola de Sony... sin hacer el ridículo. A diferencia de bochornos como Tony Hawk 4, que le quedaba demasiado grande a la consola, MGS apovechó todas las herramientas del Playstation para crear un juego visualmente detallado, dinámico y, lo que es más, con mucha personalidad. Los videos mostraban a Snake disparando en una oficina, haciendo trizas los vidrios de las ventanas, tratando de darle a un ninja que parecía tener una especie de camuflaje óptico, idéntico al de Predator. Esto ahorita suena a lo mejor insulso, pero en ese entonces era como descubrir que tu papá es Supermán. Una revelación. Huelga decir que todos aplaudían una vez que terminaba el video, y salían de la sala de presentación para formarse otra vez.

Describir la historia de Metal Gear Solid es una labor frustrante, porque aunque es comprensible tomando al juego independientemente de los anteriores en la serie, Metal Gear: Solid Snake marcó un hito la historia del pesonaje central, por lo que mucho de lo que sucede en MGS hace casi referencia directa a los eventos su predecesor. A grandes rasgos, unos terroristas (entre ellos antiguos compañeros de Snake) toman una estación de armas nucleares en Alaska. Si el gobierno no cumple sus demandas en 24 horas y le entregan los restos de Big Boss (alguien que el gobierno había destruido ya dos veces; les dije que sin saber de las precuelas está difícil), lanzaran varios misiles nucleares a distintas partes del mundo.

Ése es el punto de partida, pero también la punta del iceberg. Lo que sigue son rehenes, traidores, el grupo de terroristas más pintoresco del mundo, ninjas masoquistas, clones, científicos otakus, una damisela en peligro y una gigantesca máquina de destrucción: Metal Gear. Ante todo, en términos de historia MGS se rige por la regla de que "nada es lo que parece", incluyendo la esencia misma del juego. Kojima se pone profundo con temas como el rol de Snake como espía y su naturaleza violenta, hasta que llega un punto en el que se presenta la dicotomía: ¿héroe o máquina de matar del gobierno? Como en Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty, Snake parece estar siempre atrapado en un plan maestro, un juego de ajedrez orquestado por fuerzas ocultas. Afortunadamente, siempre hay una variable que no se tenía en cuenta, y que puede cambiar el curso de la historia.

La historia siempre me ha parecido el elemento más disfrutable de MGS, aunque a veces Hideo Kojima se pasa en su rol de director y nos somete a cut-scenes que pueden llegar a durar 10 minutos. La mayor parte del tiempo resultan interesantísimas, pero cuando terminan nos dejan de nuevo en control de Snake y nos acordamos de que tenemos un juego que jugar. Y así uno se la puede pasar todo el juego, rebotando entre querer volver a la acción, o querer ver cómo prosigue la historia. Con todo el enredo en que se convierte la historia para mediados del juego, no es raro que a momentos raye en melodrama o en cosas que finalmente no tienen sentido, pero afortunadamente no pasa con demasiada frecuencia.

En términos del juego en sí, Kojima se adelantó a su tiempo al querer concretar su visión en los ochenta, literalmente. Sólo hasta la generación del Playstation se pudo haber logrado con éxito el sentido de stealth necesario para este tipo de juego: para un jugador, pocas experiencias resultan tan emocionantes como el tratar de mantener a Snake oculto, en constante movimiento, de un grupo de soldados que lo están buscando activamente.

En cuestión de gráficas, resultaba muy agradable ver tanto detalle generado en tiempo real. Porque finalmente les hubiera sido muy fácil utilizar fondos estáticos, como en Resident Evil. Al generar todo en 3D, se lograba una cámara más activa, siempre inteligente, que nunca se interponía entre el jugador y la acción, y que además de todo proporcionaba unas tomas cinematográficas impresionantes.

Con la introducción del CD a lo videojuegos inevitablemente llegó también la posibilidad de actores haciendo las voces de los personajes. Hasta que llegó Metal Gear Solid, tal cosa se había establecido como uno de los chistes más grandes de toda la industria. Los actores de voz eran lo más patético y risible que pudiera encontrarse en un videojuego, y podía quitarle puntos a un título de otra manera excelente (te estoy viendo, Resident Evil). Esto es, repito, hasta que apareció Metal Gear Solid. Utilizando una agencia profesional y actores con (gasp!) talento, Konami presentó lo que bien podría ser la actuación más estelar en un videojuego. Todos, absolutamente todos los personajes están actuados la perfección, y no podría haber sido de otra manera, a riesgo de arruinar una excelente historia y estupendos diálogos. Completaba el audio un soundtrack más bien sutil, que hacía énfasis en el carácter de suspenso del juego, por lo que realmente no hay ningún tema estridente. Eso sí, el tema principal no tiene precio, y sintetiza todo el drama y heroismo del juego a la perfección.

Este juego es impresionante y obligatorio, pero no llegó más alto en esta lista por varias razones. En primer lugar, la ambiciosa historia que hiló Hideo Kojima vale su peso en oro, pero cometió un error cardinal en videojuegos: quitarle al jugador control de lo que sucede en pantalla. Se podría argumentar que simplemente no había manera de lograr una narrativa tan rica sin tanta interrupción, y podría ser cierto; pero desde entonces juegos como Half Life y Halo han demostrado que se le puede dar al jugador un control total y contar una historia interesante al mismo tiempo. Fuera de eso, el juego es demasiado corto: aunque abarca dos discos, el juego es tan inmersivo que es fácilmente terminado en una semana o menos.

Pero vaya, siento que estoy siendo muy quisquilloso con mis quejas. Hace un par de años apareció en el PS2, y posteriormente en Xbox, Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty, un mastodonte de juego que avanzó grandes pasos en cuestión de modo de juego, pero retrocedió bastante en términos de historia. No sólo Solid Snake dejó de ser el centro de atención, sino que en algunos momentos parecía que Kojima estaba enfermo del cerebro: "Fat Man es un genio en explosivos. Creó su primera bomba nuclear a los dos años. Dejó varios explosivos en el área, por lo que te daremos un rastreador de perfume." En general, sigue la línea de traiciones y conspiraciones, y que finalmente nada es lo que parece, pero a la próxima, por favor controlen al señor director.

Por esto, Metal Gear Solid para el Playstation sigue siendo la mejor manera de apreciar la visión de uno de los pocos verdaderos genios del mundo de los videojuegos. Se aproxima un remake de este título para el Gamecube, pero al parecer Hideo Kojima no va a estar totalmente involucrado, sino que se trata de un proyecto de Silicon Knights. Por eso está en duda que vay a a ser una experiencia tan memorable como lo fue en el Playstation. Metal Gear Solid es para el género de stealth, del que hoy en día abundan tantos juegos, lo que Resident Evil fue para el género de survival horror: un pionero. Cinco años después, y con gráficas un poco más envejecidas, el abuelito de Splinter Cell sigue un experiencia como pocas. Efusivamente recomendado.

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