Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




Recomendaciones

Algunas series que me gustaría que fueran más apreciadas:

Law and Order: Criminal Intent.
Sony Entertainment Television. Sábados, 22:00 PM.

Lo de "Law and Order" no me hizo mucha gracia al principio, porque me trajo recuerdos de cuando esperaba a que la serie original terminara para poder ver Duckman en el canal USA (además que parecía una serie plagada de actores, feos, feos). Pero el gran gancho de este nuevo derivado es, a todas luces, el detective Bobby Goren, interpretado imponentemente por el genial Vincent Donofrio. Cualquier plan inicial de que este fuera un ensemble show seguramente se fue por la borda ante los destrozos que hace Donofrio opacando a cualquiera que esté compartiendo la pantalla con él. Así que nos quedamos con que el departamento de Crímenes Mayores está compuesto por dos tipos que todavía no sé que hacen, porque es raro que aparezcan (y si salen, es por dos minutos), la Detective Alexandra Eames (Kathryn Erbe, Stir of Echoes) y el Detective Robert Goren.

Lo que diferencía a Criminal Intent de bodrios como CSI y CSI Miami, es que la investigación se va moviendo gracias al intelecto casi supernatural del Detective Goren, en lugar de ir armando hechos en base a evidencias. Aquí se trata de ir ligando a los involucrados hasta arrinconarlos y que ellos sólos suelten la sopa. El semiautismo del personaje de Donofrio lo hace una especie de máquina deductora, y la química entre él y Erbe funciona a base de la relación Holmes-Watson en la que se fundamenta todo el programa. Lo que hace finalmente irresistible al programa es la personalidad de Bobby Goren: es hilarante en sus cuestionamientos, como si se tratara de un niño curioso que sabe más de lo que aparenta, y se divierte jugando con los sospechosos hasta llevarlos justo a donde él los quiere. Vale la pena verlo, sólo por él.

Newsradio
Actualmente fuera del aire.

Este programita se fue puliendo en las primeras dos temporadas, tratando de encontrar su personalidad y estilo en cada capítulo. Fue, en mi opinión, hasta que Khandi Alexander se despidió del programa que el elenco quedó perfecto. Un balance de estilos (comedia física, de carácter, teátrica, etc.), aunado a inteligentísimos guiones, lograron algunas de las mejores horas de televisión que haya tenido el placer de disfrutar.

Se trataba de una estación de radio en Nueva York, aunque los que trabajaban en ella rara vez se dedicaban a hacer radio, o al menos el énfasis nunca estuvo en ello. Más que eso, se enfocaba mucho en conflictos de oficina derivados de las particularidades de cada personaje: la soberbia culta del locutor Bill McNeal, la irritante estupidez del office boy Matthew Brock, o la paranoia del genial mecánico de la estación, Joe Garrelli. Los que se llevaban los mejores chistes eran Phil Hartman, Joe Rogan y Dave Foley (que fue quien me interesó en el show en un principio, ya que siempre he sido fan de The Kids in the Hall), pero el resto también tenía lo suyo, incluyendo al normalmente irritante Andy Dick, quien tenía un personaje a la medida en Newsradio.

La desafortunadísima muerte de Phil Hartman vino a romper este idílico cuadro; en muchos sentidos, él era la estrella del programa, con su personajazo de Bill McNeal. Para salvar el programa quisieron reemplazarlo con Jon Lovitz, lo que siempre consideré un intento desesperado y también falto de tacto: ¿reemplazar a un ex-integrante de SNL por otro? Ugh. Es hecho comprobado que la serie deja de ser interesante en los episodios post-Hartman: simplemente, su ausencia es demasiado notoria.

Aunque creo que estos días no es parte de la programación de ningún canal, se trata de una de esas series que Sony quema y luego deja descansar un tiempo, para después volver a colocarla al aire. Fue día de tragedia nacional cuando me la quitaron de su horario habitual, justo después de Seinfeld, destruyendo así una sólida hora de comedia inteligente en el canal. Pero en cualquier momento vuelve a aparecer, y si ven que así es, estén pendientes del episodio "Daydream", donde por el calor todos en la oficina empiezan a alucinar. Es, sin lugar a dudas, el mejor episodio de un sitcom que haya visto en la vida.

Arrested Development.
Canal FOX. Domingos, 21:00 PM.

Me cae bien Ron Howard como persona, es simpático. Pero pienso que es uno de los directores más fresas de Hollywood, que casi nunca toma riesgos y por eso sus películas tienen éxito de taquilla pero poca relevancia. Por eso cuando en el FOX comenzaron los anuncios de un programa "de Ron Howard", pensé que iba a ser un sitcom fresa que iba a tener el mismo destino que otras series de FOX como Miss Match: mucha publicidad, y una cancelación a la segunda temorada. La verdad es muy pronto para andar adivinando, siendo que la estrenaron en Estados Unidos en noviembre del año pasado, pero espero que le vaya muy bien, porque Arrested Development rebasó todas mis expectativas.

Mi primera reacción a la premisa fue que no iba a lograr que nadie se identificara con ella: una familia rica de repente se ve en la calle cuando al padre lo meten a la cárcel por llevar negocios turbios. Michael Bluth (Jason Bateman), uno de los hijos, pronto afronta la situación y es el que tiene que hacerle ver la realidad al resto de la familia, que ha entrado en pánico: ni modo, hay que ponerse a trabajar... por primera vez en la vida. Las cosas no son tan sencillas porque la familia es una bola de irresponsables malcriados que nunca toman a Michael en serio... y es bastante entretenido verlos tratar de ajustar su estilo de vida a su nueva realidad económica.

Resulta que Arrested Development es bastante fina en su humor y toma bastantes riesgos con el formato de la serie. Lo de "¡De Ron Howard!" es engañoso: el señor director funge más que nada como productor ejecutivo, y de hecho se necesita un oído muy agudo para darse cuenta de que él es el narrador de la serie. Como sea, debo darle crédito: que se involucre de esa manera con el show demuestra que tiene un inteligente sentido del humor, y no me extrañaría que su presencia vaya un poco más allá, ya que la factura del show muestra un lenguaje cinematográfico bastante interesante.

Hay mucho que puede gustar al que se avienta más de un par de episodios: Jason Bateman resulta bastante agradable como el protagonista que siempre tiene buenas intenciones, pero que no siempre le resulta todo como él quisiera. David Cross, uno de esos actores que aparecen en casi todos los sitcoms, está aquí también, y resulta interesante como el cuñado-psiquiatra-actor frustrado que no puede desnudarse nunca. Puede que la próxima vez que vea el dvd de Mr. Show, lo compre, porque en Arrested Development, Cross demuestra que puede hacerla de algo más que el típico nerd. Otras caras familiares: Portia De Rossi (Ally McBeal), Jeffrey Tambor (The Larry Sanders Show), Patricia Velázquez (¡sí, de las espectaculares The Mummy y The Mummy Returns!) y, lo más bizarro, un cameo casi permanente de Liza Minnelli.

Buena, con más garra que lo que casi siempre saca FOX. Ojalá dure, aunque no me extrañaría que nadie entendiera la broma y lo cancelaran a la segunda temporada. Los televidentes gringos tienen mierda en la cabeza. ¿Por qué lo digo? Pues...

King of the Hill
Canal FOX. Domingos, 19:00 PM.

¿Qué diablos? Por alguna razón King of the Hill se ha mantenido en la programación de FOX por ya casi siete años, quizá una de las pocas ocasiones en la que tengo que agradecer que la cadena ignore los sentimientos de la mayoría de su teleauditorio. No, esperen: el hecho de que King of the Hill siga al aire y que hayan cancelado Family Guy logra una combinación que me hace pensar que entre los ejecutivos de la cadena hay una persona pensante y de buen gusto. Aunque probablemente se trate de una casualidad.

King of the Hill es un magnífico show. Su sentido del humor es opuesto al de la mayoría de las series de animación como Los Simpsons, Futurama o (urgh) Family Guy, puesto que no se trata de un serie de chistes donde la historia se encuentra a merced de las bromas y acaba siendo inconsecuente (Los Simpsons son especialmente culpables de esto). Se trata de una serie donde la caracterización es lo más importante, luego sigue la historia, y al final, si caben, los chistes descarados. Me acuerdo que los últimos programas de Beavis and Butthead mostraban más agudeza de la normal, más que nada porque el énfasis se había desplazado de la estupidez de sus dos protagonistas al ambiente conservador en el que éstos habitaban. Por eso el salto a King of the Hill me pareció natural: Mike Judge deseba a explotar más sus cualidades de observación y sátira que lo que permitía un programa para adolescentes.

Quizá uno de los "problemas" por los que King of the Hill parece aburrido a muchas personas, y por ello inaccesible, es que el énfasis ha cambiado desde las primeras temporadas: la sátira se ha vuelto más sutil, los estereotipos menos crueles y más flexibles, y en general se agotó la formula de "jaja, rednecks" para pasar mejor a historias fuertes, cotidianas e interesantes, que funcionan en base a personajes sólidamente definidos. Pareciera que Mike Judge siente más compasión y cariño por la bola de conservadores intransigentes de su universo. Creo que el factor decisivo para el disfrute de la serie es la cantidad de conocimiento que se tiene de cada uno de los personajes; una vez que se les conoce a fondo, es imposible no caer en el encanto del show.

El núcleo que forman Hank, Bobby y Peggy Hill es uno afortunado, ya que con ellos tres se tienen suficientes conflictos para llenar toda una serie (para muestra de que entre menos personajes, mejor, ver a Los simpsons y a la siempre inútil Maggie): Hank como el padre de familia que siempre tiene un conflicto entre sus valores y sus gustos; Bobby como la principal afrenta a Hank, un chiquillo inteligente y de buen corazón en quien los valores conservadores de su padre no tienen ningún efecto; y Peggy Hill, el personaje que todos amamos odiar.

Con Peggy, los escritores encontraron una mina de oro: su desmesurado amor propio me saca de quicio, al mismo tiempo que me divierte. Incluso en un legendario episodio confrontaron su absurdo egocentrismo, donde Hank no la llevó a un concierto de Faith Hill porque temía que Peggy se le fuera a ir encima por haberle robado el apellido. Buen material.

Redondean el elenco sus vecinos, Boomhauer, Dale y Bill, quienes comparten los mismos valores de Hank pero sin una pizca de su buen juicio. En cierto momento se les unió un inmigrante laosiano, Kahn, quien siempre se ha quejado de lo incivilizado y redneck de sus vecinos, aunque él cuenta con su propia intolerancia. Luanne, una sobrina de Peggy, ha quedado gradualmente relegada, por ser un recordatorio de la ignorancia y violencia familiar de los trailer parks, algo que en realidad pocas veces fue gracioso.

Al final, es una serie que me agrada porque se toma su tiempo. No anda a las carreras por tratar de contar el mayor número de chistes, sino que deja que las bromas se formen a partir de las personalidades de los personajes. Algunos podrán encontrar el realismo de la serie como una limitante, pero en realidad me agrada el hecho de que sean personas comunes las que estelaricen la serie, ya que su humor es más cercano y tangible. O, como dice Fat Tony: es gracioso porque es verídico.
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Ping Pong


A veces me da mucho, mucho miedo que existan películas como Ping Pong allá afuera, en el mundo, y yo no sepa de ellas. Películas que la gente ve y les gustan, pero cuyo recuerdo sólo se extiende hasta la siguiente vez que van al cine. Me da miedo que en cierto momento le pregunte a alguien "oye, ¿y qué tal está la de Ping Pong?" y me digan, "Ah está padre, pero algo rara. Creo que está basada en un manga o algo. Bien para pasar el rato". Me da miedo que después de este comentario se me olvide verla por andar buscando algo de nombres más grandes, como Kitano o Sabu. Porque entonces no se hubiera dado la casualidad cósmica de que esa cinta y yo nos encontráramos, y su mensaje se hubiera perdido, al no encontrar el receptor justo que estaba buscando.

J. K. Rowling dijo alguna vez, en una entrevista, que en una firma de autógrafos observó como una niña se encontraba sorprendida y algo ofendida por la cantidad de gente que se había presentado al evento. Cuando le tocó el turno a la niña para que le firmaran su copia de Harry Potter and the Philosopher's Stone, fue muy directa con la autora: "Esta gente no debería estar aquí. Este es mi libro." Ahora sé lo que eso significa. Si alguien me pregunta mi opinión sobre la película, diré sin mayores arreglos que es una bella película sobre la amistad, alrededor de una trama de caída y redención, y con unas escenas de ping pong bastante imaginativas. Creo que eso es suficiente para que alguien decida si le llama la atención o no. No me queda duda en el corazón que no es una película para todos, y bien puede haber muchos que después de verla se pregunten qué demonios fue todo eso. Y está bien. Estoy en paz. Hasta hace poco tenía miedo de mostrársela a otras personas. Resultó tan preciada para mi, que sentí que me iba a doler ver cómo se encogían de hombros y me decían "está chida", para después olvidarla a la media hora.


Pero una tarde la vi con Sara, y me di cuenta de que estaba bien si no tenía la misma resonancia en otras personas como la tuvo conmigo. A Sara le gustó, aunque no tanto como a mí; la comentamos un buen rato, y le expliqué parte de lo que me había conmovido tanto de la cinta. Sara entendió, pero tampoco se trataba de convencerla de nada.

A final de cuentas, siempre se va a tratar de mi película.

Y no es siquiera parte de lo que yo llamaría mi top 5 de todos los tiempos. O al menos no he revisado la lista para incluirla; pero no se trata de eso. Se trata de que mientras la estaba vieno, la película me estaba diciendo algo, y yo lo estaba entendiendo todo, enterito. Cosas de las que muchos ni por asomo se percatan, o al menos eso me indican tantas reseñas en las que no encuentro ningún indicio de que sus autores hayan absorbido todo lo que Ping Pong puede ofrecer. Si acaso, puedo hacer una lejana comparación con Rushmore, de Wes Anderson, en el sentido de que hay demasiadas cosas sucediendo con demasiada sutileza, y que es difícil para algunas personas percatarse de ellas. Pero mientras que Rushmore tenía fuertes dosis de amargura (y algo de agresividad) como aderezos a su comedia, Ping Pong es todo ingenuidad y buenos sentimientos. Hay conflictos muy duros, alrededor del talento y la caída de las figuras que admiramos; pero estoy convencido de que más de uno se irá con la finta y sólo considerará a la película como una inocente cinta de matiné sin mayor relevancia.


La historia se centra en Peco y Smile, mejores amigos desde pequeños, con personalidades que no pueden ser más distintas, pero con un elemento en común: el tenis de mesa. Peco (Yosuke Kubozuka) es un chico arrogante que prefiere retar por dinero que entrenar con el equipo de la escuela, aunque sueña con jugar profesionalmente en Alemania o Estados Unidos. Smile (Arata) es llamado así porque nunca sonríe. Siempre ha seguido a Peco con callada devoción, y aunque es un jugador extremadamente talentoso, siempre se deja ganar por su mejor amigo. La indisciplina y arrogancia de Peco se vuelven contra él en un desastroso torneo donde intervienen Wong (Sam Lee en su mejor papel hasta la fecha), un jugador chino que no logró entrar al equipo nacional y fue contratado por una escuela japonesa; Demon (Koji Okura), un antiguo amigo de Peco y Smile que ha sacrificado mucho por su juego pero que no tiene ningún talento; y Dragon (Shido Nakamura), un intimidante dos veces campeón que juega con furia y sangre. Tras la estrepitosa caída de Peco, él y Smile toman rumbos distintos, y aunque Smile tiene sus propios asuntos que resolver, es finalmente Peco quien debe responder a la apremiante pregunta: can you fly?

Dirigida por el primerizo Famihiko Masuri, quien anteriormente había trabajado principalmente en efectos de computadora, Ping Pong cuenta con la mezcla exacta de energía e ingenuidad que requiere la versión cinematográfica de un manga tan apreciado por su acción vibrante y la calidez y humor de sus personajes. Pero más que nada, merece respeto por inyectar cada diálogo y cada gesto con una importancia y atención al detalle impresionantes. Ésta es una de esas películas en las que cada parlamento es vital y no hay un segundo desperdiciado de los 114 minutos que dura la cinta. Es maravilloso que el mensaje de la cinta nunca es mencionado abiertamente en todo lo que dura la película (mi principal queja contra Battle Royale II), y que sólo reuniendo el significado de los encuentros, las escenas de entrenamientos, e incluso los efectos especiales, es que uno puede apreciar la relación entre Peco, Smile y el ping pong.


Yosuke Kubozuka logra un excelente papel con su extrovertido Peco, un personaje que inicia desconociendo sus debilidades y que finalmente se da cuenta de que hay más en juego en todo el asunto que sólo una cuestión de ganar o perder. Arata tiene casi tanta presencia como Kubozuka en la cinta, pero el irresistible Peco opaca al estóico Smile, como debe ser. Smile, sin embargo, detrás de sus gafas y su tarareo casi inaudible guarda muchas de las respuestas de toda la historia, y es una delicia percibir en Arata esos pequeños gestos e inflexiones de voz que dicen más que diez minutos de explicaciones. Los otros tres juagdores (Dragon, Demon y "China" Wong) son figuras bastante trágicas, que pagan su superioridad en el juego en otros aspectos de sí mismos. Nunca me cansaré de mencionar cómo es que Sam Lee se roba todas las escenas en las que aparece; ha llegado muy lejos aquél slacker de Bio-Zombie, y sólo puedo esperar que le den más roles sustanciosos cómo éste en el futuro. De los otros dos es mejor decir poco, por sus importantes partes en la historia, pero sí puedo decir que son personajes memorables y profundamente humanos.

Los encuentros de ping pong de la cinta tienen algo... especial. Normalmente un deporte relámpago que no da para mucho efecto dramático, en Ping Pong se logra un fuerte sentido de tensión y emoción, gracias a un genial soundtrack techno y varios efectos por computadora, además de un astuto uso de la cámara lenta. Los primeros juegos son bastante cortos y poco especiales, y sólo sirven para avanzar la historia. Pero una vez que las apuestas suben, cada match es un enfrentamiento de estilos, de personalidades, en las que un simple giro de la muñeca en el segundo preciso, conlleva una connotación demoledora. Tanta dedicación al detalle de un juego en el que se pierde y gana en un parpadeo aumentó mi aprecicación por lo que hasta hace poco me parecía un ejercicio bastante elemental.


Más que nada, lo que me gustó de Ping Pong fue su alma. Es una película sobre la amistad, sí, pero distinta a todas las que había visto sobre el tema. Hay tantas películas donde los personajes juran que jamás se abandonarán , y siempre estarán ahí cuando se les necesite, o cosas por el estilo, pero simplemente no veo por qué esas dos personas son amigos. Me conmueve la cualidad de Ping Pong de concebir la amistad fuera de un ambiente de emergencia o peligrosidad, y que explora sus raíces hasta vislumbrar que un amigo tiene un valor para tí, ya sea admirarlo o ser admirado, ser su héroe o su protegido, y que por eso lo quieres a tu lado. Que lo diga con tanta fuerza sin palabras, sino con una mesa, una paleta y una bola de plástico, es milagroso. Yo, que casi no tengo amigos porque siempre he tenido en carne viva el verdadero valor de la amistad, lo entendí, y me llegó muy dentro.

Hubo, hace mucho, una película que afectó mucho mi forma de ver el mundo. Me cambió, a mí, como persona. Es un filme bastante famoso, algún día hablaré sobre él. Ping Pong no me cambió, pero sí extendió la mano, apuntó su dedo y me señaló. A mí. Su mensaje hizo contacto con nociones que tenía guardadas sobre un tema del que nadie quiere, o se le ocurre, hablar. Nociones que si se ponen en palabras muy probablemente salgan cursis o con un estilo Hallmark de "Un amigo es..." Y no, ni se dicen, ni se piensan, sino se sienten. Creer en héroes, poder volar; la película tiene suficiente lirismo como para mostrar como a un niño se le deshacen sus alas de mariposa, y con ello describir exactamente el sentimiento de haber hecho algo que destruye una parte de tu ser. El último encuentro del torneo dice en imágenes tantas verdades tan bellas, que incluso después de haberla visto cinco veces todavía...


Bueno. Tengo la seguridad de que no estoy incurriendo en hacer parecer a la película más de lo que realmente es. Por primera vez no trato de convencer a nadie de que una película es buena: simplemente describo lo que representa para mí. Esta reseña no ayuda a nadie, porque no creo que alguien se vaya a identificar con ella. Los afortunados que hayan visto la película, igual y ya se les habrá olvidado. Los que la vayan a ver, quizá se pregunten cuál es el alboroto. Y lo entenderé. Esta es mi película. La que me hace creer que sí existe la magia del cine.

Espero que algún día encuentren la suya.



Gozu


Takashi Miike bien puede ser el director más incomprendido de los últimos tiempos, y con esto incluyo en la culpa a sus propios fans. Aficionado a meterse con la forma y el fondo del cine tradicional hasta producir resultados irreconocibles, Miike desgraciadamente ha sido encasillado como el director más importante del shock cinema, y poco más. Muchos de sus adeptos, quienes consumen ávidamente sus nuevas películas (que prácticamente aparecen cada dos meses), están de acuerdo que es un maestro de la explotación, hiperviolencia grotesca y una supuesta misoginia rampante. Pero pregunten si lo consideran un director serio y profundo, y se van a reir en su cara.

Es un lástima, entonces, que la fuerte impresión visual de sus películas dé pie a débiles lecturas. Desgraciadamente, existe mucho más interés en Ichi the Killer y Audition que en The boys from Paradise y Bird people of China. Y aún en sus cintas más atractivas, mucho de su profundidad es ignorada por estar al pendiente de una más inmediata gratificación adolescente. Pocos se han percatado de: la profunda preocupación de la identidad del japonés en un país cada vez más multicutural en Dead or Alive; que Ichi the Killer es una triste historia de amor, y la búsqueda de un hombre por algo que nadie le puede dar; la exhilarante fábula sobre la vida y la muerte de The Happiness of the Katakuris, que siempre me saca una lagrimita al final; la exploración sobre los mecanismos de la familia japonesa en Visitor Q, y sus verdades escondidas debajo de tanto incesto y leche derramada. Y así, demasiados ejemplos, donde el gore y el sexo opacan a todo lo demás, hasta que de repente llegamos a aquellas películas donde los elementos grotescos son pocos y quedan a merced de una historia más fuerte y profunda. Ley Lines, Graveyard of Honour, Rainy Dog. Las que nadie quiere, las que a los fans no les gustan. Y parece que ya tenemos a un nuevo campeón.

El comportamiento cada vez más errático del yakuza Ozaki (Sho Aikawa) finalmente ha sacado de sus casillas a sus superiores. Muy a su pesar, le corresponde al joven protegido de Ozaki, Minami (Hideki Sone), llevar a su venerado Aniki a un lugar apartado y ejecutarlo. En el camino, sin embargo, Minami cumple su objetivo por accidente, justo cuando se encontraba en pleno conflicto moral. Ni modo, pareciera que no hay nada más que hacer que llevar el cadáver a un lugar seguro. Minami entra a un restaurante para reportarse con sus superiores, y al salir, descubre que el cuerpo de Ozaki ha desaparecido. Lo que sigue es una búsqueda desesperada en un pequeño pueblo donde parece que cada habitante que encuentra Minami es más extraño que el anterior.


La caja del dvd intenta desesperadamente vender la película como algo que no es: una película de terror estelarizada por Sho Aikawa, cuando en realidad el veterano actor desaparece a los veinte minutos y resurge hasta el final. A diferencia de sus intentos más directos y simples de terror (como la muy reciente You've got a call), Gozu es más una pieza deliberadamente lenta que, más que provocar saltos o gritos, se conforma con crear un ambiente incómodo donde Minami es el único "normal" y todos los que le rodean compiten por ser el personaje más bizarro de toda la cinta. Existe, definitivamente, un sutil sentido del humor que Miike ha utilizado esporádicamente en el pasado, cada vez que sus cintas se vuelven demasiado absurdas; como reírse de un chiste que no tiene sentido, por eso mismo. Pero resulta una película dífícil de definir, incluso para el inclasificable Miike.

La comparación más cercana que se puede hacer es con el cine de David Lynch, pero personalmente encuentro suficientes diferencias formales para desligarlos: mientras que siempre me pareció que Lynch tiene un ojo para encontrar y sacar a la luz lo grotesco y extraño de lo cotidiano, Miike logra un viaje donde lo anormal es la regla y y el freakshow la realidad. Minami es la única ancla a la razón, por la que el espectador se aferra a él sin esperar que finalmente incluso él se abandona a un vórtice que lo va engullendo cada vez más.


Personalmente, el verdadero significado de la cinta se hizo evidente al ver la última imagen antes de los créditos. Es aquí donde proclamo a Gozu la cinta más alegórica y simbólica de toda la filmografía de Miike: el viaje de Minami en busca de Ozaki es uno a su propio subconsciente, poblado por su propia confusión con respecto a los sentimientos que siente por su Aniki. Dicho esto, es una de las exploraciones psicológicas más accesibles del cine, dejando que una narrativa sin complicaciones se encarge de un desfile de anormales y situaciones que aparentemente no llevan a ningún lado. Así, Gozu cuenta con algunos de los momentos más memorables del imaginario volátil de Miike. Existe un elemento que aparentemente valía la pena reciclar de Vistor Q, pero lo nuevo que trae al juego incluye enfermedades de la piel, meseros travestis, unos macabros compactadores de autos y una parte particularmente espeluznante que involucra a una gaijin. Esto sin mencionar el mazazo de su final, que si bien en términos racionales no tiene sentido, es una conclusión perfectamente lógica a la búsqueda de Minami.

Por su ritmo lento y su historia desenfocada, Gozu es evitada como la peste por "adeptos" al cine más frenético y visceral de Miike. Allá ellos. Basta con presenciar algunas de las composiciones de cuadro más evocadoras que logra en varios momentos de la cinta, para darse cuenta de que el genio este "arreglista" de películas es mucho más de lo que se puede apreciar en una sola sentada. Miike siempre ha sido un director profundo y serio, sólo que muchos no se han molestado en ir más allá de los elementos juveniles de su trabajo más célebre. Ejemplo: ¿a cuanta gente le gustaría Audition si al final Asami simplemente le hubiera disparado a Aoyama? Audition no funciona tan bien por el gore, sino por la estructura de ratonera de la cinta, donde despues de que la tensión va aumentando, al final se atrapa a la presa con inesperada crueldad. Asimismo, el ritmo lento aquí es deliberado, porque Gozu se toma su tiempo en rumiar y disfrutar de los eventos y personajes, ya que sus 130 minutos no tienen más urgencia que resolver la mente confundida de Minami. Y al final, si pusieron atención, todo tiene sentido.



Pinpointing

Otra: Fear and Loathing in Las Vegas. Película decente, pero pésima adaptación del libro. Terry Gilliam no me parece un director especial, si acaso 12 Monkeys me gusta porque no se parece a nada de lo que había hecho antes. Pero como que no entendió de lo que se trataba el libro. Le hubiera puesto Las locas aventuras de Hunter Thompson, porque nomás eso es.

Una cosa sobre el Nuevo Periodismo: uno puede poner todo el desmadre de su vida personal como quiera, y de hecho hacerlo el 90% del material escrito, PERO: se debe ir a algo. Esto lo sabía Tim Rogers cuando escribió Dreaming in an empty room, su defensa a Metal Gear Solid 2, y lo supo Hunter Thompson muchos años antes. El mero centro y corazón de Fear es la silenciosa zarandeada de que Estados Unidos, pese al multiculturalismo y lo que puedan pintar los medios, tiene su verdadera identidad enterrada en la provincia abandonada a sus medios. Las Vegas es la lámpara matamoscas, con cientos de miles de pobres diablos arrastrando sus minúsculas vidas, que a la luz de un viaje inducido por una cajuela llena de drogas aparece como un carnaval macabro. Very heavy stuff, y poco de ello aparece satisfactoriamente en la película.

Gilliam está dirigiendo Good Omens, adaptación de otro librazo, pero estoy más tranquilo porque se trata de algo más de su ambiente, un divertido cuento de ángeles y demonios y el fin del mundo.

Crush 40 (Jun Sinoue y Johnny Gioeli) tienen CD, y aparentemente lo venden en Estados Unidos, como si nada. Normalmente no me importaría, porque no soy particularmente fan de "Open your Heart" y "Escape from the City", de Sonic Adventure 1 y Sonic Adventure 2, respectivamente. Pero ahora que he pasado tiempo con la versión extendida de "Sonic Heroes", me interesa conseguir una copia. Cock rock que es tan sincero en sus pretensiones que acaba siendo bastante disfrutable. "So-nic HEEEEEroooooos".



Ahora que lo pienso

Ayer estaba viendo Moulin Rouge en el FOX. Y ya, por fin, tengo claro lo que pienso de esa película: me desagrada mucho. Creo que se trata de un chorizo sin alma, muy forzado, que tiene un par de buenas melodías. La tengo en dvd, y me acuerdo que desde que la vi en el cine, me propuse comprarla. Pero al final creo que fue una decisión similar a la de comprar Episodio I: el dvd es mucho mejor que la película en sí. Me interesaba mucho tener a Moulin Rouge como ejemplo de cómo se puede aprovechar el audio posicionado y un transfer de video que pudiera soportar tanto detalle y color. Por tanto, no creo que me vaya a separar pronto del dvd: sigue siendo, en muchos aspectos, material de demostración del Home Theater. Pero la película cada vez me gusta menos. La mitad de las canciones no valen la pena, y la otra mitad merecen una mejor cinta.

Tim Rogers está de acuerdo conmigo con respecto a The Matrix Revolutions. Y pronto va a entrevistar a Takeshi Kitano. Woa!

Y ya tengo pasaporte. Llamé para hacer una cita a lo de las visas, esperando tener suerte y que me tocara dentro de dos semanas, cuando mucho. Tuve demasiada suerte, porque me dijeron que la cita era para mañana. Como no tenía todo lo que necesitaba (documentos, pagos y formas) en orden, y el minuto de la llamada costaba 12 pesos, me entró el pánico y pregunté por otra fecha, que desgraciadamente tuvo que ser dentro de cinco semanas. ¿Por qué no este lunes, eh? Oh, well.

Creo que... sí, creo que voy al trabajo por mi sueldo. Ya.



Victim

Manson Ma (Lau Ching-wan) solía ser capataz de una imprenta, pero se encuentra desempleado desde hace seis meses. A él y a su esposa empieza a terminárseles el dinero, y todo parece indicar que tendrán que vender su casa para poder pagar sus deudas. Un día, Manson es secuestrado por unos desconocidos. Días después, su esposa y el detective Pit (Tony Leung Ka-Fai) lo encuentran en una casa abandonada, golpeado y colgado de cabeza, pero aún vivo.

Después de su secuestro, Manson comienza a comportarse de manera extraña. Pit y sus colegas empiezan a sospechar que Manson se encuentra poseído por un fantasma de la casa abandonada, donde un terrible crimen sucedió 30 años antes. Sin embargo, cuando regresan a investigar a la casa embrujada, encuentran más de lo que esperaban y descubren que el caso de Manson es más complejo de lo que pensaban...

Si a alguien alguna vez le interesó saber cuál fue el impacto en el cine del "Efecto Dragón", que colapsó la economía de la mayor parte de Asia, no basta más que ver el argumento de Victim, una de las últimas películas de Ringo Lam. Un thriller policiaco bajo la apariencia de cuento sobrenatural (cuando casi siempre es al revés), Victim toma como punto de partida la muy real desesperación de los habitantes de Hong Kong ante la posibilidad de perder todo en el afamado derrumbe económico de finales de los 90.

Extrañamente, esta preocupación sólo se hace evidente hasta la segunda mitad del filme, porque durante la primera parte cuenta una historia muy distinta. Comienza con un secuestro que involucra, ante todo, una casa embrujada, lo que es excusa para mucho chirriar de pisos y una atmósfera pesada y efectiva. Pero en cierto momento la película cambia de dirección bruscamente, y lo que parecía ser un cuento de fantasmas muy directo se desecha a favor de una línea más realista sobre extorsiones y contrabandos. Es un cambio difícil de apreciar, ya que bien podría ser una maniobra maestra del director para traicionar bien formadas expectativas. Sin embargo, las dos partes contrastan tanto que no se puede pensar sino en un guión que ya era bastante torpe desde un principio. Hacia el final, uno ya ni se acuerda de que la película iniciaba con la promesa de una visceral historia de terror, después de tanto balazo y persecuciones en auto.

Si acaso, vale la pena para ver el retrato de Hong Kong que logra Lam, que siempre se ha diferenciado del de John Woo, Johnny To o Tsui Hark. Quienes han visto Full Contact saben que el director no le teme a mostrar a Hong Kong en una luz menos que favorable, pero en esta ocasión logra un constante ambiente deprimente, que refleja la desesperanza de los dos personajes centrales. Lau Ching-wan y Tony Leung Ka-fai dan actuaciones regulares, que cambian al mismo ritmo de la historia, por lo que su convincente desquiciamiento de Lau del principio se tira a la basura en la última media hora. Asimismo, ésta es la segunda película que veo de Ka-Fai, después de Ashes of Time, y la verdad será hasta otra oportunidad que le vea algo especial al señor. Por ahora, sigo prefiriendo al "otro" Tony Leung.



Ahora necesito más juegos de Gamecube

Acabo de escuchar la canción que me ha hecho retomar el proyecto de Video Game Selections Vol. 2. En el soundtrack de Lost Child, un juego que creo que sigue en desarrollo, Saitama Saishuu Heiki destruye cualquier posibilidad de que el juego sea remotamente tan bueno como el track 5, "Relieve". Si es, dios, juro que este es uno de los mejores juegos habidos o por haber.

El jueves pasado terminé Deus Ex: Invisible War. Esa noche llegó Fer a quedarse a dormir. De no haberlo terminado, hubiera sido una situación como aquella de cuando estaba muy chico y fui a la casa de un amigo de mi papá. Yo consideraba al hijo de este señor el niño más feliz del universo, porque tenía una montaña de juguetes en un rincón de su casa (literalmente), incluyendo docenas de figuras de Star Wars de Kenner. No sólo eso, sino que ese hogar tenía una impecable colección de juegos de Atari 2600, todos en sus cajas, en un librero al lado de la tele. Yo no sabía para donde voltear, si hacia el muñeco de dos metros de Hulk o, leer, torciendo la cabeza, los títulos de los juegos que descansaban elegantemente en el mueble. Cuando el niño me preguntó a qué quería jugar, tímidamente señalé a los juegos del 2600. Axel (se llamaba Axel; Beverly Hills Cop al ataque) hizo una mueca como de hastío y me dijo que no, que qué flojera. Me convenció de que mejor jugaramos con su entretenimiento du jour, una resortera.

Una resortera. Le descompuse su cochina hulera antes de irme, y aunque fue por accidente, no me sentí del todo mal por ello.

Osea, lo mismo. Yo ya tenía en mis manos Ninja Gaiden y 007 Everything or Nothing, pero estaba completamente obsesionado con Deus Ex 2. No que sea un juego malo o muy viejo, pero definitivamente no es lo in en estos días. De hecho, para ser uno de los juegos más esperados por Xbox Magazine y EGM, su lanzamiento pasó más bien desapercibido. Fue uno de los juegos que pedí que me instalaran en el disco duro cuando le aumenté la capacidad a 80 gigas. En ese entonces, lo jugué media hora y no lo volví a agarrar... como por tres meses.

Mientras le instalaba videos de preview al UnleashX, mi nuevo dashboard, le puse mucha atención al de Deus Ex 2. Creo que acababa de terminar de sacarle todo al Mario Kart de Gamecube, y no tenía una particular inclinación hacia ningún juego. Qué diablos. Vamos a seguirle.

La siguiente semana me la pasé absorto en la historia de ciencia ficción del RPG de Warren Spector, y puedo decir con seguridad que, pese a sus fuertes fallas, pude ver en Invisible War un poco de la dirección que me gustaría que tomaran los juegos en lo futuro.

Reseña analítica y aburrida pronto, si es que no termino Ninja Gaiden antes.

Siguiendo con lo de los video previews para UnleashX, como no encontraba material decente para poner de intro a los emuladores, me puse a buscar comerciales de viejos juegos de Sega Genesis, Turbo Grafx 16, y demás. Resultó bastante adictivo, y acabé consiguiendo cerca de 70 comerciales. Aquí algunas impresiones de los más notables:

No me agrada el tagline de este comercial para Mario and Luigi Superstar Saga: "After a twenty year sibling rivalry, Mario and Luigi team up in their most ridiculous adventure ever". Primero, nunca ha existido tal rivalidad, y de hecho Luigi fue inexistente para Nintendo por mucho tiempo hasta que decidieron colocarlo en uno de sus primeros títulos para Gamecube, Luigi's Mansion. Segundo, Superstar Saga no tiene nada de ridículo: es uno de los juegos más adorables que Nintendo ha lanzado en mucho tiempo.

Y aún así, el comercial es muy tierno y gracioso. Es un montaje de "home movies" de 8mm, similar al inicio de The Wonder Years, en la que el pequeño Mario (con todo y bigote, obviamente) le hace la vida imposible a su hermano menor. Le destruye su castillo de arena, le pega su helado en la frente, lo salpica en la alberca, etc. Al final dicen esa tarugada del "sibling rivalry", pero para ese entonces la sonrisa a uno no se la quita nadie.

Wario Ware Inc. es otro de los juegos que han estado ocupando un poco de mi tiempo estos días, y ha sido el juego con el que he tratado de llenar el vacío que nos dejaría la ausencia del Mario Kart. Pero el juego es demasiado cardiaco para Sara... y creo que para mi también, un poco. El comercial japonés es genial, porque ponen una cámara en un cuartito y graban las expresiones de gente al azar mientras juegan alguno de los 200 microjuegos contenidos en el cartucho. La reacción de la niña al juego de picar la nariz es tan cute.

Este comercial nos movió el tapete a todos los fans de Space Channel 5. Anuncia toallas sanitarias, pero para indicar cómo se amoldan al cuerpo de la mujer, utilizan un modelo transparente de una imitación de Ulala, que termina en una secuencia de baile similar a las del juego de United Game Arists. Nótese que no es Ulala: sólo una imitación muy convincente.

Gráfico, sí, y extraño, proveniendo de Japón. Me pregunto si realmente chavitas se decidieron por el producto por la vaga relación con SC5.

Ah... recuerdos. Las campañas de Sega y Nintendo de por ahí de 1993 fueron algunas de las más perversas y descarnadas de las que tengo memoria, si bien muchos de esos comerciales nunca llegaron para acá (en México siempre dominó Nintendo, gracias). En este comercial, Sega presume del "Blast Processing" del Genesis, y compara la velocidad que brinda a la consola con un auto de carreras. Mientras que cuando le toca el turno al Super Nintendo, aparece Super Mario Kart en una televisión de abuelita, amarrada a una carcacha que apensa si se mueve. ¡Ouch! Lo más gracioso es que era cierto: el Genesis era mucho más rápido para procesar información, aunque el Super tenía más memoria y podía manejar más colores a la vez.

Finalmente, el comercial que más me gustó, por incomprensible y desquiciado, fue uno de MacDonalds, en el que licencias de Sony aparecían para promocionar unos paquetes de hamburguesas y unos postres. Empezaba con unos niños que se encuentran con Parappa en falda hawaiiana, luego con un gato blanco del que no estoy seguro de dónde sale, y que no pueden empujar en una bicicleta; luego pasa a toda velocidad un Chocobo, con el look de Chocobo's Mysterious Dungeon. Para rematar, una estampida de monos del fabuloso Ape Escape aparece de la nada al lado de los niños, tratando de rebasarlos para llegar al McDonalds. Absolutamnte fascinante.

Trivia: Ape Escape fue el primer juego de consolas que Sara jugó en mi presencia. Fue un cumpleaños memorable para mí.

A Sara le dije que se había ganado un espacio en el blog por hacer un atinado chiste sobre un tipo que iba por la calle que parecía que iba vestido como el capitán Kirk. Pero de todas maneras iba a mencionar que se portó muy classy de nueva cuenta, ya que aunque no le pedí nada ahora que fue a Matamoros, me trajo un montón de detalles bastante colosales. Aparte de mis tradicionales snacks (Gummy worms, Frosted Flakes, Teddy Grahams), me regaló una herramienta para que mi café ya no sepa feo como pecar en domingo (ciertamente, cuando quiero preparar un café lo que finalmente sale es agua de trapeador), por lo que le agradezco la ayuda. Me trajo también la Electronic Gaming Monthly de este mes, la cual contiene tanta información compleja de Metal Gear Solid 3 que ya me siento inepto antes de haberlo jugado. Intimidante. Me trajo también un paquete de dvd+r's, para llevar a cabo mi plan de respaldar muchas cosas que tengo en el xbox y así liberar espacio, que ya me queda muy poco.

Finalmente, lo que más me gustó de todo fue esto: un mini estuche para guardar los juegos del Gamecube. Aunque en teoría yo no tendría muchos usos para él, ya que es raro que me lleve el Cubo o sus juegos fuera, ahorra infinidad de espacio (bien podría guardar los estuches en una caja y semi-olvidarme de ellos) y hasta tiene un compartimento para guardar la tarjeta de memoria. I love it. Pero justamente, le voy a dar un buen uso próximamente, porque descubrí que cuando le regresé a Fer el Mario Kart, el disco se había quedado dentro de mi Gamecube. ¡¡¡Sorry bro!!! Te lo llevo en la despedida de soltero de Óscar, si es que se arma.

De hecho, me llevaré todos mis juegos de Gamecube... con estilo.



The friday that almost wasn't, but then was

Le pongo una bala entre los ojos a un recuerdo que me ha estado rondando desde hace semanas y que por alguna razón no había puesto aquí: hace un mes me levanté tan tarde que mi madre me tuvo que dar fríos los sopes que había preparado al mediodía. Reflexionando en los frijoles, la lechuga y el tomate, y en el hecho de que los sopes que hace mi mamá son usualmente deliciosos, susurré finalmente con amargura: "estos sopes saben a Navidad sin abrazos".

There. Don't pester me no more, sope memory.

Mi rodilla derecha se ha curado completamente, la izquierda me sigue dando fuertes y dolorosas punzadas cuando la flexiono. Me encantaría saber qué es lo que les pasó. Un día estoy haciendo mi mejor tiempo, dándole por primera vez cinco vueltas al parque, y a la mañana siguiente estoy agonizando. Llegó a un punto en el que sentía que me habían dado con un martillo en ambas rodillas. Mi má, en su infinita sabiduría, probablemente adivinó la causa a la primera: para dar trotecillos están bien, pero para andar corriendo con fuerza mucho tiempo, mis tenis no sirven. Necesito unos tenis acolchonaditos, para ya no sentir que el asfalto me quiere inmovilizar y tragarme por completo.

Hoy fue un día interesante, primero porque he dormido sólo un par de horas en las últimas 24, y me siento bien. Me dormí a las siete de la mañana y a las nueve ya estaba despierto, sin posibilidad de volverme a dormir. Yo tampoco entiendo. Puse un juego al azar en el Xbox (ayer estuve jugando 007 Everything or Nothing-- ya lo hice funcionar) y me pasé las siguientes tres horas con Deus Ex: Invisible War. Me gusta el concepto detrás del título: "We have an invisible weapon, for an invisible war". Pasé la primera hora ajustándome al estilo de juego. Lo que más me desconcertaba de esta mezcla de First Person Shooter y Role Playing Game, es que no había mapas. Como que últimamente me he acostumbrado mucho a los mapas en los juegos. Si quiero llegar a una iglesia, tengo que pedir instrucciones de cómo llegar, y luego tratar de que no se me olvide que era "bajando las escaleras y luego a la izquierda hasta dar con la primera vuelta..." Para cuando llegué a la iglesia algunos personajes ya me habían comisionado varias misiones. Aunque al principio todo parece abrumador, una vez que aprendes las reglas y distingues qué es lo que puede y no puede hacer el juego, todo va cobrando sentido. Fascinante jueguito.

Y aunque todo auguraba desastre para cuando llegara Sara, porque me empezó a dar sueño como a las 4:30, la tarde salió bastante bien. Le propuse ver Ping Pong, que estoy seguro que en mayor o menor medida le gustó (¿y es que, a quién no le gusta Ping Pong, really?), aunque no le pregunté expresamente qué opinaba de la película. Luego fuimos por Froot Loops, rollos de salmón y pizza nocturna a Costco, y cenamos viendo Mystery Science Theater 3000. El tiempo voló.

Para los que ya ansian la llegada el verano, una advertencia: ONCE SUMMER ARRIVES, THIS WILL BE COCKROACH COUNTRY. Así que disfruten los días que les restan antes de que insectos se metan por debajo de las puertas y se suban a sus camas, y los despierten al sentir un cosquilleo en la mejilla. Sí, los estoy asustando a propósito. Sneaky bastards.

Para finalizar: el que yo conteste este cuestionario es como French Heroin respondiendo uno sobre marcas de carros. Beware, for Kurenai answers...

20 INANE QUESTIONS ABOUT MUSIC

1. Tu canción favorita con el nombre de una ciudad en el título o la letra.

"Stay", de U2

2. Una canción que has escuchado repetidamente cuando has estado deprimido en algún momento de tu vida.

Para sentirme mejor: "Yatta", la de los japoneses encuerados. Otherwise, "Street Spirit", de Radiohead.

3. ¿Alguna vez has comprado un álbum entero sólo por una canción, y lo has odiado todo excepto esa canción? Dime el nombre de la canción.

"Staring at the Sun", de U2

4. Una canción cuya letra pensabas que conocías, pero más tarde descubriste que estabas equivocado.

"Love is blindness", de U2. De las que más me gustan de ellos, aunque sigo sin entender de qué se trata.

5. Tu canción menos favorita en uno de tus discos favoritos de todos los tiempos.

"Not now, John", de The Final Cut

6. Una canción que te gusta de un artista a quien no encuentras fisicamente atractivo, o directamente te parece repelente.

Sólo me parece repelente Courtney Love. Y no me gusta ninguna canción suya.

7. Tu canción preferida que contenga tacos y no sea de Liz Phair.

"Closer", de Nine Inch Nails. Suena bien cura en MTV.

8. Una canción que suena como si fuera de alguien británico, pero que no lo es.

"1979", de Smashing Pumpkins.

9. Una canción que te gusta, posiblemente de tu pasado, y que tardaste una eternidad finalmente en localizar una copia.

"Mi abuela", de Wilfrido y la Ganga.

10. Una canción que te recuerda a la primavera sin mencionarla en absoluto.

"Rearview Mirror", de Pearl Jam. Pero es más tirándole a verano.

11. Una canción que te suene tal y como te sientes cuando estás feliz.

"Heavenly", de Softball.

12. Tu canción favorita de un álbum recopilatorio que no sea una banda sonora.

"Kick my ass", de Garbage.

13. Una canción de tu pasado que sería considerada políticamente incorrecta ahora (y probablemente lo fuera entonces).

La del Vagabundo. "No merece amor, ni confianza..." WTF?

14. Una canción cantada por alguien con sobrepeso.

"Angels of the Silences", de Counting Crows.

15. Una canción que te gusta realmente de un artista que de todas formas odias.

Oasis sería una excelente banda si no estuviese rondando por ahí Liam Gallagher. "Stop crying your heart out".

16. Una canción de una banda que tenga tres o más miembros femeninos.

"Moment", de Softball.

17. Una de las primeras canciones que recuerdas haber oido en tu vida.

Probablemente algo de Microchips. ¿"No quiero"? Cuando era niño escuchaba música para niños.

18. Una canción causante de que, por gustarte, tus amigos se hayan reído de ti.

"If only", de Hanson.

19. Una versión realmente buena que crees que nadie más ha oído.

¿Buena de qué? "Everlasting love", de U2. Nadie la conoce.

20. Una canción que te ha ayudado a animarte (o, de alguna forma, te ha dado fuerzas) después de una ruptura o cualquier otra clase de situación dificil.

La música no es magia, freak.


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