Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




Cold, hard facts about Burnout 3

Puesto que estoy a dos eventos de terminar el World Tour, esto probablemente será lo último que escriba sobre Burnout 3. Sí aún no lo ha jugado, corra y exíjalo a su negocio informal de videojuegos más cercano. Y si está en la cárcel, escápese...

· El peor enemigo en el juego: snowblindness. Es el efecto del sol de invierno reflejándose en el pavimento, creando un brillo que no deja ver con claridad los autos adelante de uno. Es una pesadilla. Al menos ya no es necesario que uno se fracture la columna para poder decir "¡iba tan rápido que no lo vi venir!".

· El modo más difícil es Burning Lap, irónicamente. Después de que te han animado continuamente a conducir peligrosamente, en el modo de carrera contra el tiempo chocar es casi un crimen, y es más sensato manejar conservadoramente que andar usando el Boost a cada rato.

· Jugar Burnout 3 sin moverle a las opciones del soundtrack es como jugarlo a medias. No me molesta tanto el DJ (a muchos sí), pero el listado está para ahorcarse: pura basura emo y de patinetos. "This Fire" de Franz Ferdinand es lo único rescatable, y sólo aparece una vez a la semana en los menús, si es que. Y Los Ramones son buenos, pero no pudieron agarrar algo más aguado que "I wanna be sedated".

Mi playlist está hecho de lo que tenía a la mano en el Xbox, así que hay mucho del Hakkoichu de Softball, Surrender de Chemical Brothers (con "The sunshine underground" se vuelve una experiencia mágica), y unas versiones speed metal de temas de Final Fantasy y Castlevania, cortesía de Saitama Seishuu Heiki. No es recomendación ni nada, es sólo para advertir que con los tracks correctos, el juego cambia brutalmente para bien.

· Confieso con verguenza que al embestir a los contrincantes, me balanceo físicamente para agarrar impulso. Yo, que siempre he dicho que sólo las hermanitas mueven innecesariamente los brazos y cuerpo cuando están jugando. For shame.
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PsTwo

Parece que no le avisaron a la gente de Sony que ya tengo un PS2, pues siguen haciendo la consola aún más atractiva para los pocos que aún se resistían a comprar una. Acaban de anunciar el PSTwo, que saldrá a la venta el primero de Noviembre a un precio de 150 dólares.

Se trata de una cosa mínima: se redujo el peso a la mitad y el grosor en un 60%. Si antes era un peligro sentarse en el PS2 por accidente, ahora puede meterse un chiflón por la ventana y tirarlo al suelo.


Una comparación entre el nuevo PSTwo y el PS2

Sus dimensiones pueden compararse con las de un libro de tapa dura promedio. La unidad ya incluye su propio puerto ethernet (eliminando la necesidad de comprar el adaptador). Aún más intresante es el hecho de que no es compatible con el disco duro (básicamente utilizado sólo para jugar Final Fantasy XI), demostrando de una vez por todas que el proyecto HDD de Sony fue un fracaso por donde se le mire.

Honestamente, no creí que veríamos un versión compacta del PS2. Se ve bonito, funcional, y ahora ocupa todavía menos espacio. Si alguien todavía no se animaba, es buena excusa para finalmente poder jugar Ico y Katamari Damacy.
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Outrun 2

Quiero pensar que es la influencia de tanto Burnout 3, pero estoy muy desilusionado con OutRun 2. La verdad no sé que le pasa a Sega, que no da una últimamente. Quizá es momento de reconocer que la gente que hizo todos esos maravillosos juegos en el Genesis, Saturn y Dreamcast, tristemente ya no se encuentran en la compañía.

Se trata de un juego plano y efímero, que intenta capturar la simplicidad de Crazy Taxi, pero sin el mismo sentido de diversión exhilarante. Hay un muy preciso modo de juego para el que quiera pasar un buen tiempo con él, y estoy seguro que a los fans del original les traerá buenos recuerdos. Pero no puedo evitar pensar que debió haber salido el año pasado, o incluso hace un par de meses, para poder haber logrado una buena impresión.

En realidad no es un mal juego. No pretende ser más que un juego de Arcade, disfrutable por, a lo mucho, 15 minutos. La inclusión de misiones para alargar su tiempo de vida es un gesto que se agradece, pero no ocultan el hecho de que es una experiencia intrascendente, que tiene más en común con Cruisin' USA que con Daytona. Si acaso se trata de un regalo para los fans del juego original, con sus coloridas gráficas, su sentido del humor y versiones renovadas de "Magical Sound Shower". Para alguien como yo, que nunca jugó suficiente OutRun como para establecer alguna especie de cariño, OutRun 2 aparece como un juego firmemente anclado en el pasado, en lugar de llevar a la serie a un nuevo nivel.
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Burn

Una noción errónea que aparece de vez en cuando es que sesiones de juego prolongadas le hacen algo a los pulgares. Esto casi siempre es falso. Al menos en el caso del pulgar de la mano derecha, no hay razón para que sufra, puesto que el resultado es el mismo si se aprietan los botones con fuerza que suavemente. Lo mismo podría decirle a algunos de mis compañeros de trabajo: el hecho de que le peguen más duro al teclado no quiere decir que estén trabajando con más ahínco que uno.

Con los avances en ergonomía del control, la cruz ya está diseñada para un tacto cómodo, aún en sesiones maratónicas. O bueno, la cruz del control original de Xbox es bastante cómoda; no acostumbro jugar con el Control S(mall girly hands).

No, si acaso, el daño se produce en el dorso de los dedos medios, por presionarlos por tanto tiempo contra una superficie de plástico duro. Burnout 3 se tradujo, la semana pasada, en descarapelamientos un poco más abajo de la uña. Y eso que el control de Xbox es bastante amable. Si nos vamos recorriendo la historia de los videojuegos, ha habido controles que ahora se sentirían al tacto como jugar con un cactus. Relativamente hablando, claro.

Hubo una vez que sí me desgracié el pulgar, sin embargo. Fue cuando mi padre me regaló el Super Nintendo de cumpleaños. Fuimos al centro a comprarlo, y me consiguió el paquete que no tenía cartucho, y un juego a escoger. Me llevé el cartucho pirata de Street Fighter II, que en realidad se llamaba Fighter II y tenía todos los textos en japonés. Aún así, yo estaba extasiado.

Pasé toda la tarde jugando, tratando de terminarlo con todos los personajes. Seguí jugando después de la medianoche, hasta que mi papá me mandó a dormir. Al despertar, seguí jugando. Sólo me despegaba para comer e ir al baño. Así pasaron un par de días, hasta que tuve que parar. El pulgar de la mano izquierda estaba suave por fuera y pulposo por dentro. Se me había formado una ampolla.

Estaba tratando de terminar el juego con Dhalsim. Lo recuerdo porque, cuando a la mitad de la noche me levanté para seguir jugando, me reventé la ampolla a medio "Yoga Flame". Al terminar el movimiento semicircular, la cruz se llenó de pus y sangre. Apagué la máquina, limpié el control y me acosté, con el dedo envuelto en una servilleta de tela. No le dije nada de esto a mis papás, aunque sí me preguntaron que por qué dejé de jugar una semana completa.

No me acuerdo qué les contesté. Cuando por fin cicatrizó la herida, terminé el juego con Dhalism, y seguí jugando Fighter II diariamente por cerca de dos meses.
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Prostitutes

A pesar de lo que trata este post, Burnout 3 sigue siendo un genial juego, terriblemente adictivo y merece ganar toda clase de premios al finalizar el año. Una vez dicho esto...

Después de jugar Crash Mode por varias horas, uno llega a notar ciertas... irregularidades en el juego. Como por ejemplo, que después de lanzarte de una rampa y caer de lleno sobre una avenida, la cámara da un giro involuntario y revela que del otro lado de esta avenida, con un camellón de por medio, un camión de diesel se detiene sin razón, provocando una carambola que no debió haber sucedido. Es raro que el juego incurra en estas cuestionables prácticas, pero sucede.

Viene a cuento la idea de Shigesato Itoi sobre el deber de los juegos de complacer al jugador, haciéndolo sentir más capaz de lo que realmente es. "El videojuego como prostituta" parte de la idea de que el diseño de un juego se basa en ilusiones. No se trata de alcanzar un nivel de realismo, sino de mantener ilusiones consistentes y creíbles. La idea de Itoi dicta que se debe crear la ilusión de que el jugador es más competente de lo que realmente es.

Un buen ejemplo de esto es Virtua Tennis. En este juego, el truco en cuestión reside en que las raquetas funcionan como un imán que atrae a la pelota cuando alcanza cierta proximidad al jugador. Así, el juego se enfoca menos en tratar de pegarle a la pelota con precisión, y permite al jugador prestar atención a la estrategia, haciendo la experiencia más fluída. El mayor logro de Sega es que el jugador nunca sospecha que el hecho de que le pueda pegar siempre a la pelota se pueda deber a otra cosa que no sea su propia habilidad.

Volviendo a Burnout 3, Criterion también basó todo su juego en esta idea de "ilusión de competencia". Después de todo, se pueden alcanzar velocidades ridículas manteniendo un relativo control del vehículo, y es fácil para el jugador evitar el tráfico con un mínimo de habilidad. Es bastante fantasioso si se le compara con juegos más preocupados con la fidelidad a la experiencia real, como Gran Turismo, pero Criterion afinó todos lo elementos para que, a lo mucho, el jugador piense de la experiencia: "lo hacen ver tan sencillo".

Sin embargo, no todo es perfecto, y éste es el párrafo en el que me pongo algo gráfico. El gran crímen no es que los productores del juego engañen al jugador, sino que el jugador pueda darse cuenta del engaño. El hecho de que el juego le permita a al jugador derrapar sin problemas una curva exageradamente cerrada, que pueda ir a 200 km/h sin perder el control y que pueda evadir una colisión inminente con tan sólo soltar el botón de Boost, todo está diseñado para que el jugador pueda decir con absoluta confianza: I ROCK! Es la chica que gime y se convulsiona en respuesta a sus movimientos, y que le hace sentir un gran amante. La chica puede ser sólo una gran actriz, y estar muerta por dentro, pero lo importante es que el tipo retorciéndose debajo de ella se sienta bien consigo mismo.

Ahora bien, instancias como las que mencioné al principio en el Crash Mode, equivalen a que la chica siga chillando de placer a pesar de que su cliente ya no está haciendo nada de nada. Uno levanta la ceja, sospechando. "¿Porqué, si yo estoy hasta acá, aquél camión que en ningún momento toqué se detiene y crea, casualmente, una carambola que aumentará mis ganancias en el conteo de los daños?" Es entonces que uno empieza a dudar, porque la ilusión se ha roto: quizá todas mis proezas jamás fueron tan grandes en un principio. Quizá todo el tiempo estuvo fingiendo. De ahora en adelante, cada que suceda algo espectacular me preguntaré si realmente fui yo, o si es otro de sus engaños. Luego ya comienzan los problemas de autoestima y se arruina toda la experiencia.

La psicología está bien usada, pero Criterion debió ser más cuidadoso al momento de borrar sus huellas. 8 de cada 10 prostitutas lo saben: no basta con crear una ilusión. Hay que mantenerla.
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9.9.99

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Burnout 3


He pasado ya día y medio con Burnout 3: Takedown, pero se ha sentido como sólo un par de minutos. En cualquier lado pueden encontrarse con la entusiasta opinión de que se trata de un "candidato a juego del año", así que me gustaría ir un poco más allá y proclamar lo siguiente: aunque va a ser en general un mejor juego, Halo 2 probablemente no vaya a ser igual de divertido. Puede que me equivoque, pero Burnout 3 es ese tipo de juego. Absolutamente clásico.
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Una razón para empezar a detestarme

Cualquiera que me llega a conocer por más de dos semanas se puede dar cuenta de algo: no me gusta prestar las cosas. Ni siquiera a mis mejores amigos. Todo parte de un principio que se extiende a muchas facetas de mi vida sobre lo prestado: no me gusta prestar, no me gusta que me presten tampoco. No me agrada ese sentimiento de "deberle" algo a alguien. Ceo que por eso me resistí tantos años a poner cable.

Creo que este... rasgo mío se remonta a un incidente de la infancia que involucró a unas primas mías y el grupo de rap Caló. Estábamos muy chavitos y a mí me gustaba ese grupo lo suficiente como para ahorrar mis domingos y comprar todos los casettes que iban sacando, hasta los singles. A mis primas también les gustaba. Siempre me pedían prestados los casettes a medida que los iba comprando, y yo siempre se los facilité sin ningún problema. Si son fans de Caló, son amigos míos.

Pero de entre las nieblas de la inocencia, me fui dando cuenta de que una injusticia se estaba gestando. Mis primas se esperaban a que yo comprara el casette más reciente, para pedírmelo y grabarlo. Yo gastaba mis ahorros en los casettes originales, y a ellas no les costaba un quinto escuchar toda esa música. Simplemente no se me hacía justo. Al final, a todos se nos pasó la moda de Caló, pero yo fui el único que gastó una pequeña fortuna durante todo ese periodo.

No... no me da pena. Aleks Syntek les compuso un puñado de muy buenas canciones.

Mucha gente se ha criado en una cultura donde realmente no le importa prestar las cosas, y esperan lo mismo de otras personas. Muchas de estas personas, también, tienen un pobre sentido de la responsabilidad, y se quedan con lo ajeno por largos periodos de tiempo. Cuando finalmente te lo regresan, es posible que te lo entreguen en mal estado, quizá después de que haya pasado por muchas manos.

Me irrita este desenfado. Que otros se puedan beneficiar tan fácilmente del trabajo de uno. Me agrada tratar con gente que trata las cosas de otro como si fueran suyas, y hasta te dan fecha de devolución. Así me siento tranquilo. Porque de otra manera, así haya prestado algún libro odioso que jamás voy a leer en la vida, en algún rincón del subconsciente voy a estar muy pendiente de cuándo va a terminar ese préstamo. Es raro que me niegue a prestar algo... pero pueden estar seguros que no voy a estar brincando de alegría.

No soy dos caras en este sentido: rara es la vez que llego a pedir prestado algo. Si me prestan algo, no me niego, y lo agradezco. Pero que yo vaya y le pida algo a alguien... eso sí es rareza.

Ya sé, acabé sonando como un perfecto bastardo. Algún día se iban a enterar.
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Los buenos videojuegos son como prostitutas

Shigesato Itoi (Earthbound) así lo cree:


Tiene sentido.
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¡Diabetes!

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La triste historia del Tigre Toño

Como mencioné en algún post a principios de este año, soy algo aficionado a comer Zucaritas de Kellog's. A últimas fechas mi gusto por este cereal ha decaído, pues me parece que algo le han cambiado a la fórmula, tanto a las Zucaritas mexicanas como a los Frosted Flakes americanos. O quién sabe, quizá el que ha cambiado soy yo. Las Zucaritas mexicanas me parecen muy duras, y las gringas demasiado delgadas y pastosas. Ahora lo que más como son Choco Krispis y Froot Loops.

Pero sí, hasta hace poco, y por cerca de 17 años, las hojuelas de maíz escarchadas con azúcar fueron parte integral de mi dieta. Siempre de Kellog's, claro. Las de Maizoro bien pudieron haber sido costras viejas y caspa comprimida. Una feliz ocasión fue cuando Sara me trajo de Denver una caja de Frosted Flakes, en el 2000. De ahí comenzó una bonita tradición en la que cada vez que Sara visitaba Estados Unidos (yo era un indio sin pasaporte en esos días) me traía una caja del cereal.

Yo comencé a coleccionar estas cajas.

La verdad no tengo muchas. Sara no iba tanto para allá. Quizá por eso se me hizo fácil guardarlas en un rincón. O sea, son viles cajas del mismo cereal que venden en Azcúnaga, pero el hecho de que fueran de otro país me fascinaba de alguna manera. No es de extrañar, conociendo los extremos a los que he llegado en cuestión de cajas de cereal gringo.

A principios del 2002, un día en el que estaba acomodando las cajas en orden cronológico, me di cuenta de algo alarmante. La imagen del tigre Toño (en este caso, Tony the Tiger) en algunas cajas era diferente. Es bien sabido que las compañías de cereales cambian regularmente las "portadas" de sus productos, sobre todo si quieren que Shrek y Burro se asomen detrás de un plato. Pero esto era diferente. Eran diferencias sutiles. Algo estaba pasando.

Para explicar mejor este misterio, qué mejor que apoyarme en prueba fotográfica, para que no me crean un loco. Las siguientes imágenes las saqué con un micro-escáner de bulbos, por lo que algunas orillas de las cajas más grandes no se capturaron del todo. Pero eso sí, no fueron alteradas en lo absoluto. Qué flojera andar moviendole a unas cajas de Zucaritas nomás para tener algo que poner en el blog.


Aquí tenemos a Tony, tal y como lucía en el año 2000. Un tigre joven, sonriente y vigoroso, que llenaba con su rotunda faz la superficie de la caja y nos aseguraba que su contenido era "Gr-r-reat!" Poco sospechaba el pobre personaje los difíciles cambios que habría de sufrir en los próximos años.


Ésta es la foto de una de las cajas que Sara me trajo dos años después, cuando comenzó a visitar McAllen con más frecuencia. Cualquiera de poca memoria diría que es exactamente la misma caja, pero nosotros, que tenemos un punto de comparación, sabemos que no es cierto. Tony de pronto se ve relegado a la parte izquierda de la caja, obligado a compartir el escenario con un plato de las nominales Zucaritas mientras son atacadas por una fresa que hace saltar la leche de forma sugestiva. Quizá Kellog's comenzó a tener quejas de clientes que se sintieron engañados al no encontrar a un tigre de caricatura dentro de la caja. Como haya sido, Tony se ve más empequeñecido, y su discurso se percibe un poco más lejano.


Ok, si están observando con atención, esto es sutil pero definitivamente freaky. En esta caja de finales del 2003, Tony está aún más a la izquierda, evidenciado por la nula visibilidad de su oreja derecha. ¿Es mi imaginación, o se ve preocupado? Si no lo está, definitivamente debería.

En este punto ya era demasiado el espacio azul que estaba quedando en el resto de la caja, y en un burdo esfuerzo por cubir este hecho, utilizaron ese espacio para una promoción de calcomanías. No engañan a nadie (aunque el sticker de "Earn your stripes" está bastante "prendido"): nótese que el plato de Zucaritas es perceptiblemente más grande que el del año anterior.

Como dije, de un tiempo para acá dejé de comer Zucaritas. Cuando por fin pude visitar McAllen, fui directo hacia los Froot Loops y ni me fijé si tenían Frosted Flakes. Así que había pasado bastante tiempo en lo que no había visto que otros cambios habría sufrido la caja de Zucaritas.

Hoy, mientras estaba desordenando la alacena buscando algo de comida que no requiriera cocinar, descubrí una caja nueva, sin abrir, de Zucaritas mexicanas:


El plato... enorme. Un enrejado inexplicable. El puño forcejeante...

Qué miedo.
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The king is dead, replace the king

Mi Dreamcast falleció. Después de una semana de batallar con los diálogos de Seaman, la consolita blanca simplemnte dejó de leer cualquier juego. Ayer finalmente lo reemplacé con el Dreamcast nuevo de repuesto que compré hace como año y medio. Al soldado caído lo metí amorosamente en su caja y guardé un minuto de silencio. "Duerme, dulce príncipe..."

Me preocupa. El Dreamcast es mi consola favorita, al grado de que compré una nueva por si llegaba a ocurrir esta eventualidad. Pero no esperaba que fuera a pasar tan pronto. Pensé que iba a tener que recurrir a éste hasta dentro de unos cuatro años. Y si éste se me descompone... ¿entonces qué hago?
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Buenas ideas

En un día lluvioso como hoy, lo único que quiero hacer es comer tortillas de harina caseras y ver televisión toda la tarde. Mi mamá no hace tortillas de harina desde hace años, y le dije a Sara que creía saber por qué: en alguna ocasión hice un chiste sobre cómo en vez de tortillas de harina, a ella le salían tostadas de harina. Un comentario injusto, porque tres de cada cinco veces sí le quedaban muy suavecitas. Sara me dijo que no creía que fuera por eso, pero yo sé que la producción de tortillas de harina cesó sospechosamente poco después de mi pequeño exabrupto. Esto fue, no sé, hace siete años.

Hoy le sugerí a mi madre que hiciera tortillas. Se echó a reir, y dijo de buen humor:

"¡Pero si salen tostadas de harina!"

Ni siquiera creo que se acuerde de que yo le hice esa observación, pero obviamente se quedó asentada en su subconsciente. Ahora tengo que cargar esas cadenas... ¡yo quería un taco!

A veces, mientras estamos en el carro esperando en un semáforo, Sara me pregunta que cómo le pondría a algún negocio. Si tuviera una librería, o un videoclub, o una disco, cómo le pondría. Casi siempre le digo lo mismo: Librería Arizpe, Videoclub Arizpe, Bar Arizpe, esperando quizá que mi apellido eventualmente se convierta en el próximo Soriana. Ayer me preguntó que cómo le pondría a un depósito. El chiste de ponerle Arizpe ya estaba muy gastado, y me puse a pensar un nombre mejor que "Lord of the Drinks". Al final se me ocurrió un maravilloso nombre que seguro sería un hit con niños y adultos por igual:

Depósito "La Luna".

Inmediatamente demostré lo genial de este nombre, utilizándolo en frases cotidianas: "Fidel, ve por las cocas a La Luna", "Beto fue a La Luna, pero no ha regresado", "Pasamos a La Luna por unos Doritos y unas cheves y ya después les caemos". Seguro cada vez que alguien tuviera que decir que va a mi depósito, tendría que reprimir una sonrisa, y apreciaría el genio que logra que comprar bebidas se traduzca en una frase surrealista.

Aunque probablemente terminarían diciendo "Voy por unas TKT con Don Arizpe". ¡Ou!
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