Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




¡Es él! ¡Regresó! ¡ESTÁ EN LA TELEVISIÓN!

Recientemente estaba platicando con alguien sobre La Época En La Que Dejó De Gustarme La Literatura. No a detalle: sólo que fue un episodio de mi vida que eventualmente pude superar. Creo que puedo responsabilizar casi por completo de semejante trauma a un profesor, cuyo nombre no me importaría mencionar, pero me da una flojera tremenda saber que tiene suficientes simpatizantes que quizá buscan semanalmente el nombre del dinosaurio en Google. Baste saber con que era un mal profesor. Si sabes el impacto que puede llegar a tener un buen profesor, imagínate los estragos que llega a ocasionar un mal profesor. En fin, no es algo en lo que piense muy seguido. De hecho, desde hace mucho tiempo que lo tengo bloquedado, porque enmarrana el resto de mis recuerdos de la universidad.

Ayer por casualidad, mientras estaba cambiando canales, una silueta particular y un timbre de voz se me hicieron familiares. Y dicho y hecho, en un canal local estaban entrevistando a otro profesor de Letras, aunque éste era uno que siempre me cayó bien. La entrevista (conducida de manera infame) versaba sobre la Feria del Libro, que ni recordaba que ya está a la vuelta de la esquina. Que si la contribución de las universidades, que si las personalidades que han pisado tierras regias, que si tuvo dífíciles comienzos, etc. Comenzaron a mostrar video de la Feria del año pasado, cuidadosamente seleccionado, sin duda, como el siempre popular stand de libros de Tolkien y editorial Minotauro, presentaciones de libros que parecían audiencias de libertad bajo palabra, y un panel donde cinco espectros discutían algo sobre, supongo, algún libro y/o autor. Y que me parta un rayo si uno de esos espectros no era ese maestro destructor de sueños.

Me sorprendí lanzando un alarido gutural, de puro reflejo involuntario. Fue como cuando en el episodio "El heredero de Burns" la familia Simpson va al cine y aparece en la pantalla el Señor Burns.

"Hola, soy Montgomery Burns"
"AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!!"

Fue una suerte que no estuviera masticando algo en ese momento, o sujetando un valioso jarrón antiguo. Ver esa cara de Snoopy deshidratado me dio un retortijón emocional que resultó diez veces peor al agarrarme desprevenido. Sara sabe de mi aversión al viejo ese, pero de todos modos se sorprendió del grito. "Es que pensé que jamás lo volvería a ver", dije con tristeza.

Tantos bellos recuerdos regresaron: las frases "ingeniosas" enlatadas; las anécdotas de rumberas; sus exámenes, que siempre tenían las mismas preguntas de cuando se le ocurrieron por primera vez, en 1987; sus historias de cómo conocía personalmente a todos los autores que veíamos... cuyas novelas eran, casi sin excepción, terribles; su afición por decir "la Sefchovich" o "la Puga", como si él y ellas vivieran en la misma vecindad; su raquítico sentido del humor; el hecho de que, por más feminista que siempre se quiso ver, lo único que aprendí de la literatura mexicana femenina es que todas las mujeres al final acaban suicidándose o volviéndose locas.

En fin, fue sólo una reacción involuntaria ante el violento reencuentro con uno de los seres humanos más miserables y patéticos que haya conocido. Me puedo reír ahora, el daño no fue del todo permanente. Sólo lo siento por las nuevas generaciones que aún tengan que ver su espíritu pulverizado por esa fosa séptica humana.
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Gente de los Internets, necesitamos hablar

 
Esto que voy a escribir ya estaba completito hace un par de días, pero cuando llegó el momento de publicarlo, Blogger decidió que mi página no existía y pulverizó dos horas de trabajo en un par de segundos. Con el corazón herido, decidí que de todas maneras era algo demasiado pretencioso, y que en mi próximo post hablaría de otra cosa.

Varios eventos me han hecho reconsiderar y voy a tratar de armar todo esto de nuevo. Creo que empezaba con una teoría basada en muchas horas de reflexionar sobre la actitud de ciertas personas. Iba más o menos así:

Cuando alguien decide que le gusta algo, esta decisión pasa a formar parte de su propia identidad. De acuerdo a lo que lo define como individuo ha determinado que el objeto de su afecto apela a sus sensibilidades, y se convierte en algo defensible. Cualquier amenaza, cualquier crítica a este objeto externo se convierte en una amenaza y crítica a la propia identidad del individuo.

Esto es, se torna en algo personal.

Es un torcido mecanismo de defensa, supongo. Si el sujeto X termina de leer Cold Mountain y decide que le ha gustado, manifiesta su identidad a través de esta decisión. Entonces llega el sujeto Y, quien afirma que Cold Mountain es un mal libro. El sujeto X resiente la agresión, quien no tiene más remedio que interpretarla como una crítica a su propia identidad. Después de todo, si Y tiene razón, quiere decir que X está equivocado. Y nadie quiere estar equivocado. Es un fuerte golpe al ego, una afrenta personal.

Lo que sigue casi siempre me da risa, aunque a veces me da tristeza y lástima. Risa cuando gente que no te conoce se toma muy a pecho lo que dijiste de sus películas o programas favoritos, y de pronto quiere verte muerto. Tristeza porque es la clase de cosas que hacen que hombres ya creciditos se agarren a golpes afuera del estadio de futbol sólo porque traen playeras de distinto color. Lástima porque pese a todas su rabietas, pese a toda esa emoción que quieren comunicar a través de insultos, de una manera anónima, en el blog de un pelado equis en el internet, al final los únicos que salen lastimados son ellos. Los que se lo toman personal.

Aquí va un secreto: desde que escribo públicamente, siempre he deseado dos tipos de comentarios para mis textos más analíticos, y los dos tienen que ver con nuestra capacidad para reconocer cuando nos equivocamos. Por un lado, después de exponer las razones por las que me gusta o disgusta algo, me gustaría que me llegara el comentario de una persona que había mantenido una postura contraria hasta antes de leer mi análisis. Que si yo comienzo a enumerar lo que me parece malo de una película, ponga de lado su ego y piense "tiene sentido". Nunca ha sucedido, y temo que jamás sucederá, mientras la gente se aferre a sus gustos como manifestaciones de sí mismos.

El otro tipo de comentarios, que hasta el momento tampoco han aparecido, son aquellos que idealmente refutarían mis argumentos de manera clara, racional e inteligente. Yo no tengo ningún problema al momento de aceptar que me he equivocado, para molestia de quienes me corrigen buscando humillarme. Desde que me hicieron notar que Frances McDormand en realidad no era la mamá de Brandon y Brenda en Beverly Hills 90210, hasta conceder a Arturo que Manhunt sí es un buen juego después de todo, nunca he tratado de prolongar una discusión por puro orgullo, cuando al final reconocer los errores se trata de un aprendizaje benéfico y necesario. De hecho, si no soy lo suficiente claro, hago ahora mismo la convocatoria: si crees que estoy mal, y tienes los argumentos, ¡corrígeme! Nada me haría más feliz que, después de una ilustrativa exposición, agradecer a quien me haya sacado de un error del que no estaba consciente.

La cuestión es: cuando algo me gusta, me gusta saber exactamente por qué. Los mismo con las cosas que no me gustan. No es un esfuerzo consciente por hacer una crítica formal, o unas irresistibles ganas de joder. A veces sucede que después de pensarlo mucho, algo que es relativamente popular no termina por convencerme, y me gusta ver cómo podría mejorarse. Sería genial que todos reflexionaran sobre las razones por las que les gusta algo; no sólo se formarían de un criterio más agudo, sino que disfrutarían sus predilecciones mucho más. En su lugar, la mayoría reacciona como si en lugar de haber leído "Quentin Tarantino no es tan buen director" se leyera "si te gustan las películas de Tarantino, eres un imbécil". Es obvio que están enojados, y que piensan que estoy equivocado. Vale. Pero jamás intentan destruir mis argumentos, sólo aúllan y se rasgan las vestiduras como si yo hubiera molido a patadas a sus abuelas. No me queda más que encogerme de hombros y reírme.

Supongo que no se puede hacer mucho al respecto, cambiar los instintos de la gente de los Internets. Lo que sí puedo hacer es cerrarle la puerta a aquellos que no tienen algo constructivo que decir, y en su lugar prefieren intentar agredirme sin responsabilizarse de sus palabras. Si alguien tiene algo verdaderamente importante y valioso que decirme, registrarse en Blogger no ha de resultar ningún problema. O mejor aún, mi correo está a mano derecha, y siempre estoy feliz de obtener retroalimentación de este humilde espacio.

Para aquellos ardidos que no saben dónde están sus prioridades... estoy seguro que el coraje no les dará para tanto.
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Weekend

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Dolores Claiborne, por alguna razón

 
Ayer, mientras hacíamos hot-dogs, me acordé vívidamente de Dolores Claiborne. Justo cuando le estaba poniendo la mayonesa a los panes recordé un pequeño incidente que había sucedido el día anterior, en el que el orden de los ingredientes de una torta había sido un factor para que yo intercambiara los que eran para mí por los de Sara, para su completa confusión. Tengo la creencia de que en algunos platillos (si no es que en la mayoría) el orden de los factores sí altera el producto, aunque en realidad si no queda el aguacate pegado al tomate no voy a armar un berrinche. Es, simplemente, una preferencia. Y al que diga que al final todo se viene a revolver en el estómago, lo invito a tomarse tres cucharadas de chocolate en polvo seguidas de un vaso de leche.

Esta atención al detalle en la preparación de bocadillos rudimentarios (que es peculiar, no lo niego) siempre me recuerda con fuerza el cuidado con el que Dolores le prepara el sandwich a Joe, su esposo, cerca de la mitad de la novela. Se lo prepara como sabe que a él le encanta, y de hecho, al darle la primer mordida el hombre se le queda viendo al sandwich y se sonríe, complacido. Dolores le hizo un sandwich perfecto y le dio una botella de licor para que los disfrutara feliz en su mecedora. Porque, verán, minutos después pondría en marcha el plan para asesinarlo. Era una especie de última cena, y a pesar de lo mucho que detestaba a Joe, quiso que fuera una memorable.

Este pasaje de Dolores Claiborne por alguna razón me impresionó mucho cuando lo leí, y es quizá lo más memorable de esa novela, junto con los inexplicables "alambres" que la patrona de Dolores alucinaba hasta arrancarse el cabello. Poniéndole la catsup a los hot-dogs, me descubrí sintiendo una profunda simpatía por Joe. El hombre se sorprende de lo rico que está su sandwich, que fue preparado con sumo cuidado, le sonríe a Dolores y le lanza una especie de grotesco cumplido: "quizá más tarde hagamos arrumacos". Dolores, como narradora, inmediatamente desdeña sus palabras argumentando que la promesa de burdo cariño duraría hasta la mitad de la botella. Y ella sigue maquinando, nerviosa por dar el siguiente paso...

Pero no puedo dejar de pensar en Joe. Dolores insiste a lo largo de toda la novela que su esposo es un ser despreciable y que no le quedaba ningún otro remedio mas que asesinarlo. Y sí, es despreciable. Estos pensamientos homicidas aparecieron cuando descubrió que Joe había estado manoseando a su hija, y no parecía tener intención de detenerse. Es un borracho bueno para nada que odia a Dolores, todo un redneck lleno de malos sentimientos. Pero al recordar su reacción ante un sandwich preparado con "cariño", comienzo a preguntarme si Dolores no cargaba con gran parte de la culpa por el desastre en el que se había convertido su matrimonio. Quizá más detalles de esos de su parte, años antes, hubieran frenado al monstruo en el que Joe terminó convirtiéndose. Quizá matarlo no era la única salida.

Fue entonces que se me ocurrió por primera vez la posibilidad de que Dolores Claiborne, única voz de la novela de principio a fin, estuviera mintiendo.

Dolores Claiborne es, en teoría, la transcripción del largo testimonio de una mujer acusada por asesinar a la mujer para la cual trabajaba como ama de llaves. Lo que debía ser la explicación de que se encontraba en el lugar equivocado a la hora equivocada se convierte en toda una crónica de su vida. El testimonio debía probar que ella no mató a Vera Donovan, lo cual en verdad no hizo. Pero al hacer un recuento de sus días hasta ese inverosímil momento (ella y Vera tenían una relación retorcida, pero al final la vieja rica le vino a desgraciar la vida heredándole toda su fortuna) siente la necesidad de confesar el crimen por el que había sido absuelta 30 años antes: el asesinato de su esposo. Supongo, quizá, para demostrar que su historia era sincera.

No es tanto una convicción, sino una sospecha, de que en esta confesión quizá se omiten detalles aquí y allá para formar así su conmovedora versión. Porque eso es lo genial: no hay otra versión. Todos los eventos los vemos a través de Dolores, aderezados con sus comentarios sarcásticos y su sabiduría de anciana. No hay a qué asirse para confrontar su historia y analizar las posibles grietas de sus argumentos. Si acaso, a veces se torna irritantemente sospechoso cómo es que justifica todas y cada una de sus acciones. Es el tipo de cosas que no te dejan evaluar las cosas objetivamnte.

¿Qué razón tendría Dolores para mentir, si está confesando un asesinato del que ya pocos se acordaban, si es una anciana a la que ya no le queda mucho tiempo de vida, y a la que probablemente no la van a meter a la cárcel de todas maneras? No es para rehuir prisión... No, se me ocurre que sus mentiras, si las hay, obedecen a una necesidad de justificar un acto imperdonable. No tanto porque al momento de tramar el asesinato de Joe no tuviera en realidad otra opción, sino porque al final vino pagando un precio muy duro. Aunque Selena se sentía sucia y atemorizada por el comportamiento de su padre, es obvio que ella no deseaba que su padre muriera. Que se reformara y volviera a ser un padre afectuoso, probablemente. Que su madre se librara del problema de una manera brutal (y terriblemente dolorosa para su papá), no creo.

En Selena vivirá por siempre la sospecha de que su madre mató a su padre. Esto es, quizá, un castigo peor que la cárcel para Dolores. Y aunque quizá la intención de la señora al aventarse horas y horas hablando sea explicar que todo lo que hizo fue por amor, a mi me queda la duda. Que si bien el acoso hacia su hija fue lo que la empujó al asesinato, quizá fueron los años de vivir un matrimonio sin amor con un hombre detestable los que tuvieron más peso cuando le destrozó el cráneo con una roca. Dolores jura y perjura por docenas de páginas que vivir con él fue todo un infierno. El hecho de que no es posible comprobarlo no hace más que avivar mis sospechas.

No me engaño, sin embargo. Lo más probable es que Stephen King haya escrito Dolores Claiborne como un testamento a los sacrificios que una madre llega a hacer por su hija. Probablemente quiso que simpatizáramos desde el principio con el personaje, y acompañarla en su conmovedora confesión, para que al final a ningún lector le quedara duda de que se trata de una mujer admirable. Y vaya, así lo vi yo también la primera vez. No es que ahora piense que Dolores Claiborne es la historia de una mujer horrible que ha hilado toda una maraña de fabricaciones para lograr la simpatía de gente que la quiere mandar a la cárcel. Pero ahora que comienzo a pensar en las cosas que no dice, en pequeños hechos que deja salir pero que rehúsa comentar (el comportamiento receloso de la Selena adulta es quizá el mejor indicador) el libro me parece mucho más fascinante de lo que probablemente en realidad es.

Solía ponerle catsup a los hot-dogs antes del tomate picado. Ahora lo hago al revés, para que lo primero que experimente mi paladar sea una sensación ácida. Le dí una mordida a uno y sonreí. Un mundo de diferencia.
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Dale un besito a tu tía Courtney

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The MS Paint Movie Trivia Game 5

No es una escena particularmente representativa.



Por cierto, tanto garabato obedece a que las últimas dos semanas nos quedamos sin computadoras del todo funcionales en la casa, en el trabajo rara vez hay oportunidad de escribir algo sustancioso, y hay un par de actividades extracurriculares que no me dejan haraganear a gusto.

Ya tenemos una solución muy bonita (aunque provisional) al problema de la computadora. El jueves terminé Hulk Ultimate Destruction (por si alguien andaba con el pendiente), y sería criminal no dedicarle unas merecidas palabras de elogio, así que en eso andamos. Mientras, Burnout Revenge es igual de adictivo que Takedown. Es el mismo juego, sólo que más pulido, con más detalles, y creo que con un soundtrack menos horroroso (aunque no supera al explosivo combo de SSH y Softball con el que siempre he jugado Burnout). En algunos puntos, si me dijeran que estoy viendo un juego del Xbox 360, no me sentiría del todo decepcionado. Son gráficas bastante impresionantes.

Todavía me quedan varios dibujos para la trivia, así que como quiera todavía sigue esto.
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The MS Paint Movie Trivia Game 4

Esta está bien fácil.

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The MS Paint Movie Trivia Game 3

Harder...

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The Nintendo Revolution controller






...



... I like it!
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The MS Paint Movie Trivia Game 2

Otra sencilla...

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The MS Paint Movie Trivia Game

¿Qué película es ésta?

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Los viajes ilustran

 
Fer, mi amigo de toda la vida, me aterroriza con las historias de sus viajes al México profundo. Con cada una de ellas me convence cada vez más de que Monterrey es en realidad una especie de Xanadu. Ayer me estaba platicando de sus aventuras en León, Guanajuato.

Fer: y por andar de curioso, ke me trago una nieve de zapote...

Kurenai: y a qué sabe?

Fer: dulce de a madre, no me desagradó la neta pero ni me terminé el vasito porke empalaga bien cabrón

Fer: y luego es de color negro

Kurenai: waka

Fer: y ya en la noche por no batallar y por andar de antojado fuimos...

Fer: nunca olvidaré PIZZAS LUPILLOS

Kurenai: jajaja

Fer: es la pizza mas PINCHE ke he probado en la vida

Kurenai: por que?

Kurenai: tambien era negra?

Fer: JAJAJAJAA

Fer: nomas eso faltó

Fer: imagina ke hacen la pizza y hasta el ultimo es decir, después ke se coció, le hechan al chilazo todos los ingredientes...

Fer: mas o menos asi sabia, la masa toda harinosa, caliente nomas, no tostadita, ni kemadita, ni nada

Fer: la pedi de carnes frias y nomas el tocino estaba caliente

Fer: y estaban al 2 x 1...chingado

Kurenai: jajaja

Fer: pero ahi no para la cosa don ponciano...

Fer: luego en el menu estan las bebidas para acompañar la pizza

Fer: obvio ke yo pido la obligatoria coca

Fer: pero solo hay coca de lata. para tragarte una pizza mediana esta cabron

Fer: pero ademas habia: CHAMPURRADO, ATOLE Y AGUA DE HORCHATA

Kurenai: X_X

Fer: con pizza wey!!!no mames eso no es humano

Fer: luego los condimentos para ponerle a la pizza y ke sepa mejor...

Fer: a ver adivinale???

Kurenai: um, no se, chile en rajas?

Fer: SALSA CHIMICHURRI...TU SABES KE CHINGADOS ES ESO, PORKE YO NI LA ABRI NI PREGUNTE

Kurenai: jajaja

Kurenai: salsa cachichurri como no

Fer: y luego lo ke fue la muerte para mí...

Fer: se me antoja una coca cada 40 min en promedio...

Fer: y no existen los oxxo o super 7 ni su ekivalente, coño ni tienditas habia

Kurenai: wha?

Kurenai: viven como salvajes esos cuates de provincia.
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Help me out here

¿Alguien sabe dónde puedo conseguir unas bocinas decentes aquí en Monterrey? Estoy completamente perdido y no tengo idea de a dónde ir. No quiero nada muy especial, sólo algo un poco superior a lo que te viene con un estéreo, algo para un buen home theater en un cuarto pequeño.

Cualquier tip se agradece.
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¿El mejor juego de superhéroes de todos los tiempos?

 
Ese juego de Hulk, Ultimate Destruction, es una locura absoluta. El primer indicio fue cuando logré derribar exitosamente un helicóptero arrojándole una vaca. Lo confirmé durante la batalla contra el prototipo del Hulkbuster, con media docena de soldados en exo-esqueletos lanzándome misiles y metralla mientras yo esquivaba los láser del titán de acero. Muchas misiones después, recorrer la ciudad dando saltos kilométricos, con todo el ejército atacándome por todos lados con todo lo que tienen, todavía no se torna aburrido.

Mi parte favorita hasta ahora es el minijuego en el que tomas una viga de hierro y bateas a soldados que saltan desde un helicóptero, para ver qué tan lejos los puedes mandar. De risa loca.
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Darkwatch

 
Darkwatch es, desafortunadamente, poco más que la suma de sus maravillosas partes. Lo conforman elementos individuales bien cuidados que al final simplemente se pusieron juntos para crear un juego. Es inmensamente disfrutable, pero carece de la cohesividad de los juegos a los que tanto pretende emular, Serious Sam y Halo.

Da la impresión de que la última persona que vino a pegar todos las partes no sabía bien qué hacer con cada cosa. Es decepcionante que elementos que obviamente fueron bien trabajados, como la cabalgata o el inexplicable vehículo todo terreno, aparezcan en tan sólo uno o dos niveles. Asimismo, la atención a la presentación finalmente es desperdiciada en una historia floja e inconsecuente, que al final no ofrece niguna sensación de resolución o triunfo.

Ahora, lo bueno: el concepto es maravilloso. Un vaquero vampiro, esqueletos que cargan barriles de dinamita, banshees vestidas como prostitutas de saloon, ballestas que lanzan explosivos, torretas con la mira en forma de crucifijo... si le hubieran puesto más esfuerzo a la historia y al personaje principal, la gente de High Moon tendría toda una franquicia en sus manos. Como quedó, sin embargo, la débil trama sirve sólo como pretexto para algunos de los encuentros más frenéticos encontrados en un FPS. Hablamos de tiroteos del calibre de Serious Sam, con horda tras horda de enemigos saliendo de todos lados. Y aunque no está a la altura de los Elite de Halo, la inteligencia artificial de los enemigos no es nada despreciable. En los últimos niveles los enemigos trabajan en conjunto, usando sus respectivas habilidades para no facilitarle al jugador la situación. Un corredor de lava, una banshee y un francotirador resultan en un reto donde no hay lugar para esconderse, ni moverse, y al mismo tiempo no puedes quedarte quieto en un sólo lugar.

Uno de sus detalles irritantes son las constantes interrupciones al juego, en forma de cut-scenes innecesarias en la mayoría de los casos. No sólo acaban por ser irrelevantes, sino que cortan el ritmo del juego y hacen sentir que los niveles se conforman de numerosos pero pequeños encuentros, a diferencia de las maratónicas batallas sin cortes de Serious Sam, que podían a llegar a durar más de una hora de miles de enemigos sin interrupción. En Darkwatch la acción se presenta en breves pero intensas piezas, que aunadas a la poca duración del juego impiden una relación más cercana con el jugador.

 
Tan divertido como Darkwatch indudablemente es, la experiencia de un sólo jugador es efímera y poco memorable. Una historia mejor pensada hubiera solucionado muchos de sus problemas, al darle al jugador motivos tangibles e interesantes para adentrarse en el rico universo de Darkwatch, y así sentirse recompensado al terminar el juego. También hubiera integrado mejor los elementos dispersos, que parecen haber sido incluidos en el juego sólo "porque ya estaban hechos", casi pegados con cinta adhesiva. No se requiere algo del calibre de Half-Life o Deus Ex; con una historia que hubiera estado a la altura del resto de la producción hubiera bastado.

Vale la pena jugar Darkwatch por su concepto, sus valores de producción, y su divertido modo de juego (dicen que el modo multiplayer es excelente, aunque no tengo manera de confirmarlo). Por su mediocre historia e intermitente narrativa amerita una sola jugada, para después no volver a tocarlo nunca más.
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