9. Legend of Zelda: A link to the Past
Probablemente el primer RPG que jugué. Aunque ya había jugado anteriormente en el NES el segundo juego en la serie,
Legend of Zelda: Link's adventure, admito que en aquella ocasión no tenía idea de lo que estaba pasando en pantalla. Después supe que
Link's Adventure era uno de los juegos menores de toda la saga.
Cuando finalmente conseguí
Zelda III, como comúnmente se le conoce, para el Super Nintendo, sólo fue por el mezquino motivo de adelantarme a un amigo, que había mostrado interés en el juego. Y nada, quedé totalmente enganchado. Las gráficas tenían una solidez particular que evocaba una arquitectura única, incluso en espacios abiertos. La vista de ojo de águila hacía parecer a todos como si fueran niños, dándole a los personajes un candor especial que se perdió en los siguientes juegos de la serie en el Nintendo 64. La música, aunque no se trataba de composiciones orquestradas como en
Final Fantasy, era majestuosa y elegante, y definitivamente pegajosa cuando se lo proponía. Los
themes de la villa Kakariko, o de los castillos, por ejemplo, resultan reconocibles al instante. Ya no existen
soundtracks así.
La naturalidad e ingenio de Nintendo se había aplicado a una búsqueda rica en detalles que se preocupaba menos por contar una historia que por mantener al jugador moviéndose de un punto del mapa al otro. Aun así, hay detalles absolutamente memorables, como el niño que te regala una red de mariposas para cazar hadas, o el fantasma de otro niño que toca la flauta en un bosque. Son pequeñas cosas, detalles casuales que no afectan en nada a la historia, pero que se quedan contigo por mucho tiempo.
Ante todo, aunque ya muchos juegos que utilizan las mismas mecánicas lo han superado en muchos aspectos, los acertijos siguen siendo de lo más entretenidos y estimulantes. No eran nada que requiriera un conocimiento casi matemático, como
Myst o
The 7th guest; más bien se necesitaba un mínimo de lógica para darse cuenta de qué era lo que se necesitaba para avanzar a la siguiente área. No había nada más emocionante que toparte con un instrumento que, por ejemplo, sabías que quizá podría servirte para mover esas rocas que bloqueaban el paso varias horas atrás...
Finalmente, se trata del primer juego que me tuvo levantado hasta altas horas de la madrugada, allá en mis años de secundaria.