Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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Ok, ok...

Lo anterior sonó muy duro. El Gamecube no es tan sucker como lo pinto, de lo contrario no me hubiera comprado uno. Es nada más la desesperación de un hobo con muchas consolas que mantener.

Mario Kart: Double Dash!! fue a la casa hoy, y se trajo a Fer y su hermano Leo. ¡Hostia, que juego! A lo mejor me tocó la buena suerte de empezar a jugarlo en multiplayer, porque a los cinco minutos la dicha llenó la casa, y las risas y el calor humano acompañaron la rosca y el chocolate caliente en este Día de Reyes. Que por cierto no me hubiera dado cuenta de que era Día de Reyes de no ser porque los noticieros chilangos no se callaban al respecto. Ah y también llevaron el F-Zero. Estaba... bien.

Nada más que decir, sólo tenía ganas de desahogar la culpa. Cuando llegué a la casa, del trabajo, el Cube me vio con ojos de "¿y yo qué te hice?" y me sentí mal. De hecho no me dejaba dormir. Como es una cosa minúscula, me lo imaginaba como un niño de la calle, de ojos grandes y harapiento... no eso no me conmueve lo suficiente... digamos mejor un cachorro de oso panda, de ojos grandes y harapiento, y gruñendo lastimosamente porque no le daba amor o una memory card.

Apantallé a mis invitados con Prince of Persia: The Sands of Time. Para toda ocasión especial, no debe faltar: es el Ferrero Rocher de los video juegos (aunque en lo personal no me gusten los chocolates). Como un virus benigno, consume a todos los que toca, reduciéndolos a una masa balbuceante que se deshace en halagos por la animación y las gráficas y etcétera.

Este frío no se acaba... no hay problema, me gusta. Pero de unos días para acá he estado extrañando los días de verano. Ésos de limonada y abanicos. And that's a first.


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