Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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Too cool for school

Ok, estoy tratando de encontrar discos de una banda japonesa llamada Highway 61... y no puedo encontrar nada, porque a los genios se les ocurrió ponerse el nombre de una canción de Bob Dylan. Ni todos los "-term" en las búsquedas pueden eliminar la ominosa presencia de Dylan y algún cover perdido de PJ Harvey. Como parece que no puedo dejar de hablar de videojuegos, y me siento particularmente frustrado por el Soulseek, voy a hablar de mi (hehe) formación académica.

Cualquiera se acuerda del nombre de su escuela primaria y secundaria, pero yo no, por lo que rápidamente me los salto y entro de lleno a mi vida en el Tecnológico de Monterrey. Mis inicios en sus prepas son una historia de miseria que merece ser contada aparte más adelante, así que nos brincamos cuando toqué fondo y el consecuente sanamiento hasta llegar a mis años de estudiante de la Licenciatura de Letras Españolas en el ITESM.

Ok, un pequeño preámbulo

En mi último año de prepa en Garza Lagüera una maestra de Literatura me alimentó el feo hábito de la escritura. Ahora que ya ha pasado el tiempo, me he dado cuenta de que en realidad ella estaba más ilusionada con la idea de que de su clase saliera un artista, que cualquier posibilidad de que yo tuviera un verdadero talento. Había dejado atrás el dibujo (a lo cual había pensado dedicarme en algún momento de mi adolescencia), y la maestra era una chica buena onda, además de que me encontraba, en términos generales, aburrido. Así que plagié un par de ideas de Insomnia de Stephen King y de unos cuentos que publicaba Martínez Roca en sus antologías de terror, y le puse al embrollo un pésimo título: Morir. Aunque el cuento se ha perdido, todavía creo que se trataba de una idea decente, si bien muy trillada (i'm not telling), pero estaba escrito de una manera que dejaba fuera información vital para comprender enteramente su desenlace. O sea, nada más yo podía entenderlo.

Al día siguiente que se lo entregué a la maestra, ella llegó sonriente y gritando, "¡miren lo que hizo su compañero!". Yadda yadda yadda, el cuento formó parte del examen final, para la molestia de muchos, que no tenían idea de qué era lo que estaban leyendo. De hecho, esa clase fue la experiencia más desquiciada de la prepa: leímos en voz alta y con micrófono un cuento espantoso de Rosaura Barahona con todo y escenografía de papel maché; tuvimos que hacer una fotonovela donde yo salía de fresa... YO con el pelo largo y despintado por el frente, gafas oscuras de Lennon y suéter negro cuello de tortuga; adaptamos "Sólo por ser indios", de A.N.I.M.A.L., a una versión acústica, cantada por una mujer; en esa misma ocasión, metieron una batería inmensa al salón, y la maestra se peleó con los guardias que quisieron sacarla. That was some wacky class.

Bueno, después de esa clase seguí escribiendo. Cosas bastante deprimentes. Cuentos tristes, de esos en los que un tipo se cuelga o se corta las venas acordándose de su novia recién muerta. Francamente, poco a poco, veía que iba mejorando un poco, y de hecho me empezó a gustar escribir... salvo por mi eterna cruz: nunca tenía nada que contar. Siempre me ha faltado la imaginación y la inspiración para poder llegar a una idea atractiva y original. Siempre acababa repiténdome o plagiando de otros lados. Estaba en esta crisis literaria cuando me llegó el momento de escoger carrera. "I'm doomed", pensé.

La decisión fue sencilla porque quería a) algo que me interesara y b) algo que no tuviera matemáticas en lo absoluto. Es chistoso que soy un imbécil para las matemáticas cuando mi papá es director del departamento de Matemáticas de una preparatoria. A él no le parece chistoso. La "c)" con la que tuve que lidiar fue que: c) debía ser una carrera en el Tecnológico de Monterrey. Eso acabó por completo con mis cada vez más diluídas ganas de llevar Diseño Gráfico. Siempre he creído que mi mayor interés en la vida no es el arte, ni el dinero, sino el entretenimiento. Buena suerte hayando una carrera compatible con mis necesidades.

Letras fue, entonces, porque me pareció la menos peor. Siempre que me preguntaban por qué elegí esa carrera (sin duda sintiendo lástima de que no fuera a hacer un quinto jamás en la vida), respondía lo mismo: de los males, el menor. Obviamente, siempre me ha gustado leer y en ese momento mostraba, hasta cierto punto, indicios de una habilidad para comunicarme por escrito. Pero de ahí a que me apasionara la literatura, como a algunos de mis compañeros...

Fuck, ya estoy bajando un disco que se ve buenísimo pero con mis triste conexión casera no voy a poder bajar ni dos canciones. Mis papás me están insinuando que quieren que compre una PC, lo cual me extraña sobremanera porque ellos saben que no tengo esa clase de dinero. Si la llego a comprar, se acabó esta mugre de 56k; le enchufo el Infinitum y a lo mejor, a lo mejor... vuelvo a escribir ficción. Más sobre mis días de escuela, otro día.


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