Mario Party 2: Sushi Hiding Edition
Hoy nos escondimos de un sacerdote y hablamos de videojuegos mientras hacíamos otras cosas. Como jugar videojuegos.
Una de las razones por las que pronto me caso con Sara es porque estoy de acuerdo con lo que Chris Charla una vez dijo en la sección de cartas del difunto
Daily Radar: si una chica es bella, buena, inteligente
Y le gustan los videojuegos, cásate con ella. Es demasiada suerte.
Nací con buena estrella, eso es todo. Así que hoy fue un viernes de cambio de planes y de quemar horas frente a la televisión, apretando controles de plástico. De cambio de planes, porque a la noche íbamos a ir a Italiani's a celebrar el cumpleaños del esposo de una amiga de Sara. Pero para variar, a esta amiga le dio temperatura y se pospuso el evento hasta mañana o pasado. Me dejó en un predicamento. Como mi casa iba a ser invadida por grupos evangélicos y un párroco fugitivo a las 8:30, había encontrado solaz en la idea de estar lejos de mi casa toda la noche.
Antes de que el pánico cundiera, sin embargo, estuvimos jugando
Mario Kart y
Mario Party 2. He descubierto que
Mario Kart es muy no-divertido en muchos aspectos, y eso me desconcierta. No es un mal juego, pero creo que lo tenía en un pedestal.
Mario Party 2, como quiera, sigue rockeando, y estuvimos a punto de acabarlo (en empate, parece) cuando nos dieron las ocho, hora de ir a Italiani's.
En eso habló el celebrado y dijo que todo se posponía.
Piensa, Kurenai, piensa. Fuimos al sushi; no porquerías del Bonkey, sino sushi decente. Ninguno de los dos teníamos mucha hambre, pero era agradable salir en lo que se sentía una noche de verano. Platicamos mucho de
Mario Party 2. Esa es otra de las cosas especiales del juego: que horas después uno sigue hablando de él. Le conté a Sara lo que pasaba por mi cabeza cuando escribí el post anterior, y cuando me preguntó que por qué la monita tiene una cámara me di cuenta de que no le había comentado nada sobre
Beyond Good and Evil.
"Es como... la cámara es importante porque entre otras cosas se parece mucho a
Pókemon Snap..." Y ahí supe que la había perdido.
"¡
Pókemon Snap!" dijo, golpeando su puño contra la mesita del restaurant de sushi. "Quiero jugar ese juego."
Hace un par de años le había pedido el Nintendo 64 a mis hermanos y jugamos ése. Y entonces me acordé, je, que entre los juegos que mis hermanos me heredaron estaba, en efecto, el
Pókemon Snap.
"Muy bien, jugaremos cuando regresemos a casa." Ya habían traído los rollos, y esta vez fue emocionante porque pedimos uno diferente, cuya mayor virtud fue que estaba envuelto en unas tripitas muy ricas.
En el camino de regreso a casa nos retrasamos lo más que pudimos. Pasamos por nieve, y nos sentamos en las bancas de afuera de la Sultana. Pero era inevitable: cuando llegamos a la casa, estaba hasta el queque de gente muy seria hablando seriamente con el padre sobre cosas... muy serias. No tenía nada que ver con nosotros, así que dijimos buenasnochesconpermiso y nos escabullimos al cuarto. Ahí jugamos
Pókemon Snap por cerca de una hora, y a mi todavía me duelen los ojos (en serio) por estar expuesto tanto tiempo a las gráficas asesinas del N64. Luego vimos
Seinfeld y casi nos quedamos dormidos. Bueno, yo no me dormí, Sara sí.
A medianoche la grey no se había dispersado. Sara me apoyó lo más que pudo pero al final emprendió la retirada. Yo regresé y me acosté en el sofá cama de mi cuarto, pensando que no iba a poder conectarme temprano. Programé la tele para que se prendiera a la 1:30 de la madrugada, y no se si falló o estuvo prendida por una hora y luego se apagó, porque me vine despertando ahorita a las 3.
Tengo dudas sobre qué hacer al rato. Ver el programa final de
Virtual Zone, sí, pero ¿después? Estoy tentado a ir a Reforma a comprar un control remoto, u otra vez al Río, a cambiar el dvd de The Who que tengo enterrado por ahí por el de
Ninja Scroll. Pero el dinero se acaba. Y todavía hay que ir a Italiani's.