Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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Recomendaciones

Algunas series que me gustaría que fueran más apreciadas:

Law and Order: Criminal Intent.
Sony Entertainment Television. Sábados, 22:00 PM.

Lo de "Law and Order" no me hizo mucha gracia al principio, porque me trajo recuerdos de cuando esperaba a que la serie original terminara para poder ver Duckman en el canal USA (además que parecía una serie plagada de actores, feos, feos). Pero el gran gancho de este nuevo derivado es, a todas luces, el detective Bobby Goren, interpretado imponentemente por el genial Vincent Donofrio. Cualquier plan inicial de que este fuera un ensemble show seguramente se fue por la borda ante los destrozos que hace Donofrio opacando a cualquiera que esté compartiendo la pantalla con él. Así que nos quedamos con que el departamento de Crímenes Mayores está compuesto por dos tipos que todavía no sé que hacen, porque es raro que aparezcan (y si salen, es por dos minutos), la Detective Alexandra Eames (Kathryn Erbe, Stir of Echoes) y el Detective Robert Goren.

Lo que diferencía a Criminal Intent de bodrios como CSI y CSI Miami, es que la investigación se va moviendo gracias al intelecto casi supernatural del Detective Goren, en lugar de ir armando hechos en base a evidencias. Aquí se trata de ir ligando a los involucrados hasta arrinconarlos y que ellos sólos suelten la sopa. El semiautismo del personaje de Donofrio lo hace una especie de máquina deductora, y la química entre él y Erbe funciona a base de la relación Holmes-Watson en la que se fundamenta todo el programa. Lo que hace finalmente irresistible al programa es la personalidad de Bobby Goren: es hilarante en sus cuestionamientos, como si se tratara de un niño curioso que sabe más de lo que aparenta, y se divierte jugando con los sospechosos hasta llevarlos justo a donde él los quiere. Vale la pena verlo, sólo por él.

Newsradio
Actualmente fuera del aire.

Este programita se fue puliendo en las primeras dos temporadas, tratando de encontrar su personalidad y estilo en cada capítulo. Fue, en mi opinión, hasta que Khandi Alexander se despidió del programa que el elenco quedó perfecto. Un balance de estilos (comedia física, de carácter, teátrica, etc.), aunado a inteligentísimos guiones, lograron algunas de las mejores horas de televisión que haya tenido el placer de disfrutar.

Se trataba de una estación de radio en Nueva York, aunque los que trabajaban en ella rara vez se dedicaban a hacer radio, o al menos el énfasis nunca estuvo en ello. Más que eso, se enfocaba mucho en conflictos de oficina derivados de las particularidades de cada personaje: la soberbia culta del locutor Bill McNeal, la irritante estupidez del office boy Matthew Brock, o la paranoia del genial mecánico de la estación, Joe Garrelli. Los que se llevaban los mejores chistes eran Phil Hartman, Joe Rogan y Dave Foley (que fue quien me interesó en el show en un principio, ya que siempre he sido fan de The Kids in the Hall), pero el resto también tenía lo suyo, incluyendo al normalmente irritante Andy Dick, quien tenía un personaje a la medida en Newsradio.

La desafortunadísima muerte de Phil Hartman vino a romper este idílico cuadro; en muchos sentidos, él era la estrella del programa, con su personajazo de Bill McNeal. Para salvar el programa quisieron reemplazarlo con Jon Lovitz, lo que siempre consideré un intento desesperado y también falto de tacto: ¿reemplazar a un ex-integrante de SNL por otro? Ugh. Es hecho comprobado que la serie deja de ser interesante en los episodios post-Hartman: simplemente, su ausencia es demasiado notoria.

Aunque creo que estos días no es parte de la programación de ningún canal, se trata de una de esas series que Sony quema y luego deja descansar un tiempo, para después volver a colocarla al aire. Fue día de tragedia nacional cuando me la quitaron de su horario habitual, justo después de Seinfeld, destruyendo así una sólida hora de comedia inteligente en el canal. Pero en cualquier momento vuelve a aparecer, y si ven que así es, estén pendientes del episodio "Daydream", donde por el calor todos en la oficina empiezan a alucinar. Es, sin lugar a dudas, el mejor episodio de un sitcom que haya visto en la vida.

Arrested Development.
Canal FOX. Domingos, 21:00 PM.

Me cae bien Ron Howard como persona, es simpático. Pero pienso que es uno de los directores más fresas de Hollywood, que casi nunca toma riesgos y por eso sus películas tienen éxito de taquilla pero poca relevancia. Por eso cuando en el FOX comenzaron los anuncios de un programa "de Ron Howard", pensé que iba a ser un sitcom fresa que iba a tener el mismo destino que otras series de FOX como Miss Match: mucha publicidad, y una cancelación a la segunda temorada. La verdad es muy pronto para andar adivinando, siendo que la estrenaron en Estados Unidos en noviembre del año pasado, pero espero que le vaya muy bien, porque Arrested Development rebasó todas mis expectativas.

Mi primera reacción a la premisa fue que no iba a lograr que nadie se identificara con ella: una familia rica de repente se ve en la calle cuando al padre lo meten a la cárcel por llevar negocios turbios. Michael Bluth (Jason Bateman), uno de los hijos, pronto afronta la situación y es el que tiene que hacerle ver la realidad al resto de la familia, que ha entrado en pánico: ni modo, hay que ponerse a trabajar... por primera vez en la vida. Las cosas no son tan sencillas porque la familia es una bola de irresponsables malcriados que nunca toman a Michael en serio... y es bastante entretenido verlos tratar de ajustar su estilo de vida a su nueva realidad económica.

Resulta que Arrested Development es bastante fina en su humor y toma bastantes riesgos con el formato de la serie. Lo de "¡De Ron Howard!" es engañoso: el señor director funge más que nada como productor ejecutivo, y de hecho se necesita un oído muy agudo para darse cuenta de que él es el narrador de la serie. Como sea, debo darle crédito: que se involucre de esa manera con el show demuestra que tiene un inteligente sentido del humor, y no me extrañaría que su presencia vaya un poco más allá, ya que la factura del show muestra un lenguaje cinematográfico bastante interesante.

Hay mucho que puede gustar al que se avienta más de un par de episodios: Jason Bateman resulta bastante agradable como el protagonista que siempre tiene buenas intenciones, pero que no siempre le resulta todo como él quisiera. David Cross, uno de esos actores que aparecen en casi todos los sitcoms, está aquí también, y resulta interesante como el cuñado-psiquiatra-actor frustrado que no puede desnudarse nunca. Puede que la próxima vez que vea el dvd de Mr. Show, lo compre, porque en Arrested Development, Cross demuestra que puede hacerla de algo más que el típico nerd. Otras caras familiares: Portia De Rossi (Ally McBeal), Jeffrey Tambor (The Larry Sanders Show), Patricia Velázquez (¡sí, de las espectaculares The Mummy y The Mummy Returns!) y, lo más bizarro, un cameo casi permanente de Liza Minnelli.

Buena, con más garra que lo que casi siempre saca FOX. Ojalá dure, aunque no me extrañaría que nadie entendiera la broma y lo cancelaran a la segunda temporada. Los televidentes gringos tienen mierda en la cabeza. ¿Por qué lo digo? Pues...

King of the Hill
Canal FOX. Domingos, 19:00 PM.

¿Qué diablos? Por alguna razón King of the Hill se ha mantenido en la programación de FOX por ya casi siete años, quizá una de las pocas ocasiones en la que tengo que agradecer que la cadena ignore los sentimientos de la mayoría de su teleauditorio. No, esperen: el hecho de que King of the Hill siga al aire y que hayan cancelado Family Guy logra una combinación que me hace pensar que entre los ejecutivos de la cadena hay una persona pensante y de buen gusto. Aunque probablemente se trate de una casualidad.

King of the Hill es un magnífico show. Su sentido del humor es opuesto al de la mayoría de las series de animación como Los Simpsons, Futurama o (urgh) Family Guy, puesto que no se trata de un serie de chistes donde la historia se encuentra a merced de las bromas y acaba siendo inconsecuente (Los Simpsons son especialmente culpables de esto). Se trata de una serie donde la caracterización es lo más importante, luego sigue la historia, y al final, si caben, los chistes descarados. Me acuerdo que los últimos programas de Beavis and Butthead mostraban más agudeza de la normal, más que nada porque el énfasis se había desplazado de la estupidez de sus dos protagonistas al ambiente conservador en el que éstos habitaban. Por eso el salto a King of the Hill me pareció natural: Mike Judge deseba a explotar más sus cualidades de observación y sátira que lo que permitía un programa para adolescentes.

Quizá uno de los "problemas" por los que King of the Hill parece aburrido a muchas personas, y por ello inaccesible, es que el énfasis ha cambiado desde las primeras temporadas: la sátira se ha vuelto más sutil, los estereotipos menos crueles y más flexibles, y en general se agotó la formula de "jaja, rednecks" para pasar mejor a historias fuertes, cotidianas e interesantes, que funcionan en base a personajes sólidamente definidos. Pareciera que Mike Judge siente más compasión y cariño por la bola de conservadores intransigentes de su universo. Creo que el factor decisivo para el disfrute de la serie es la cantidad de conocimiento que se tiene de cada uno de los personajes; una vez que se les conoce a fondo, es imposible no caer en el encanto del show.

El núcleo que forman Hank, Bobby y Peggy Hill es uno afortunado, ya que con ellos tres se tienen suficientes conflictos para llenar toda una serie (para muestra de que entre menos personajes, mejor, ver a Los simpsons y a la siempre inútil Maggie): Hank como el padre de familia que siempre tiene un conflicto entre sus valores y sus gustos; Bobby como la principal afrenta a Hank, un chiquillo inteligente y de buen corazón en quien los valores conservadores de su padre no tienen ningún efecto; y Peggy Hill, el personaje que todos amamos odiar.

Con Peggy, los escritores encontraron una mina de oro: su desmesurado amor propio me saca de quicio, al mismo tiempo que me divierte. Incluso en un legendario episodio confrontaron su absurdo egocentrismo, donde Hank no la llevó a un concierto de Faith Hill porque temía que Peggy se le fuera a ir encima por haberle robado el apellido. Buen material.

Redondean el elenco sus vecinos, Boomhauer, Dale y Bill, quienes comparten los mismos valores de Hank pero sin una pizca de su buen juicio. En cierto momento se les unió un inmigrante laosiano, Kahn, quien siempre se ha quejado de lo incivilizado y redneck de sus vecinos, aunque él cuenta con su propia intolerancia. Luanne, una sobrina de Peggy, ha quedado gradualmente relegada, por ser un recordatorio de la ignorancia y violencia familiar de los trailer parks, algo que en realidad pocas veces fue gracioso.

Al final, es una serie que me agrada porque se toma su tiempo. No anda a las carreras por tratar de contar el mayor número de chistes, sino que deja que las bromas se formen a partir de las personalidades de los personajes. Algunos podrán encontrar el realismo de la serie como una limitante, pero en realidad me agrada el hecho de que sean personas comunes las que estelaricen la serie, ya que su humor es más cercano y tangible. O, como dice Fat Tony: es gracioso porque es verídico.

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