Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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Van helsing, Viggo, y colores de Tailandia

Frank Hopkins (Viggo Mortensen) contra el sacerdote Imhotep en una escena de Hidalgo.
Stephen Sommers es el director de Van Helsing.

¿POR QUÉ NO SE ME INFORMÓ DE ESTO ANTES?

Sommers dirigió una de las mejores películas de aventura del siglo pasado (The Mummy, 1999), así como una las mejores de este siglo (The Mummy Returns, 2001). Screw Hellboy: VAN HELSING ALL THE WAY!!!!

Fuimos a ver Hidalgo, alias Océano de Fuego. La sala se comportó notoriamente a la altura, con excepción de un pareja que estaba sentada justo detrás de nosotros. La locura inició desde el título de la película: "¿Hidalgo? ¿A ver, por qué no Pachuca?" No, no, los dos estaban de campeonato... la sala se encontraba en completo silencio, lo que hacía sonar más estridentes sus comentarios idiotas. "¡Mira, un alacrán!", "¡Ay pobrecito caballo!", "El caballo se ve muy elegante", y así... Sara se estaba riendo de todo lo que decían, pero como me estaban distrayendo y la película, honestamente, no se merecía tanta majadería, nos cambiamos de lugar después de hora y media. Ya pudimos disfrutar el final en santa paz, si bien nos perdimos de los últimos comentarios de la parejita que seguro fueron algo así como "¡Mira los indios de al principio!", o "¡El caballo no lo quería!". Espero que hayan chocado media hora después, por estar platicando en vez de poner atención al camino.

Hidalgo es buena, nada absolutamente memorable, pero tiene suficientes atributos para que las dos horas que dura se pasen como rayo. De hecho se asemeja mucho en términos de diversión a otra favorita del director, Joe Johnston: Jurassic Park III. Sé que estoy en la minoría, pero esa película me gustó muchísimo. Tiene un final de "¡que onda, se nos acabó el rollo de película!", pero es mil veces más divertida que las otras dos, no tan estúpida, y lo mejor, no tiene todas las cursilerías con las que Spielberg embarra todo lo que toca.

Ahem. Hidalgo. Vayan a verla, sin miedo. Su mayor fortaleza es que es diferente: es acerca de una carrera de caballos en el desierto, bajo condiciones extremas. Afortunadamente el énfasis está menos en los caballos y más en el hecho de que Viggo sea un miserable vaquero compitiendo contra príncipes de Persia. I hate horse movies. Pero el que monta Viggo hasta sale simpático. Muuuy recomendable.

Earlier...


Anoche vi Tears of the Black Tiger, una de esas curiosidades que deben de verse. Siendo el bizarro experimento cinematográfico que es, lo mejor es acercarse a esta película sabiendo que está hecha medio en serio, medio en broma. Se trata, sin duda, de un cariñoso homenaje a un conjunto de géneros y estilos que realmente no tienen mucho valor en un principio, más el del entretenimiento palomero de la década de los 50: el western y el melodrama. Ah, la película es tailandesa, nada menos.

Todo lo malo que pude encontrarle a la película fácilmente me daba un revés cuando me daba cuenta de que eran errores intencionales, fieles a los propios de los dramones y películas de acción de mediado de siglo. Las actuaciones son arquetípicas, con una sobreactuación que sería más común encontrar en una obra de teatro de aficionados. Los momentos románticos estan aderezados con viejas y melosas baladas de amor, con todo y los saltos característicos del vinil. Las escenas de acción son de lo más exagerado, casi rozando la caricatura, aunque confieso que me sorprendió lo sangriento de éstas. No me la esperaba tan gory.

Los creadores de Tears of the Black Tiger tomaron todos los clichés y elementos de las películas que les gustaban a sus abuelos, armaron un vehículo bastante cheesy, y finalmente le añadieron lo que hace realmente especial a la película, y un verdadero artículo de culto: el color.

Es para ponerse a gritar, "¡AH, LOS COLORES!.... ¡MIS OJOS!". Toda la fotografía de la película ha sido manipulada para que los colores aparezcan más vívidos de lo normal. El efecto resultante es similar al de las fotografías pintadas a mano de principios de siglo, donde las mejillas están mas sonrosadas de lo que deberían y los labios pueden aparecer de color violeta. A esto le añadimos un par de escenografías algo surrealistas y tenemos un festín a los ojos, que sólo puedo imaginar lo increíble que se ha de ver en dvd, ya que yo la vi a través de la magia del video comprimido.

En apariencia una trillada historia de amor trágico, Tears of the Black Tiger es una de esas ocurrencias en las que cineastas se divierten removiendo y sacudiendo un cine que ya era viejo cuando ellos eran niños, hasta lograr un resultado nuevo y fascinante. Ah, las bondades del postmodernismo...


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