Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




E-mail this post



Remember me (?)



All personal information that you provide here will be governed by the Privacy Policy of Blogger.com. More...



Go get them, tiger

¿Qué puedo decir? Spiderman 2. Algo de lo más preciado de mi niñez fue puesto en un pedestal, adornado con piedras preciosas y elevado a a un nivel incomparable por manos talentosas y apreciativas. Más que apegarse al material original, Sam Raimi y su equipo entendieron la esencia misma de la historia de heroismo y sacrificio que siempre ha sido el corazón de Spiderman.

Platicando con Sara minutos antes de la función, creo que teníamos la seguridad de que la cinta estaría más enfocada a las secuencias de acción. Después de todo, la primera ocupó su primera mitad en establecer la riqueza de sus personajes y sus conflictos internos, por lo que para esta secuela podrían entrar de lleno a los golpes y las columpiadas.

Errados completamente. Ayer mismo volví a ver la primer cinta, y puedo asegurar que tienen el mismo número de escenas de acción... quizá la secuela tenga menos. Son más elaboradas y espectaculares, pero no son ni por asomo el centro de atención. Más que eso, la cinta explora la evolución natural del conflicto de identidad de Peter Parker; mientras que en la primera cinta el protagonista se preguntaba "Who am I?", en esta nueva historia se plantea una que lo pone entre la espada y la pared: "What do I want?".

Es simplemente una delicia seguir el drama de Peter Parker porque es difícil no simpatizar con Tobey Maguire como el chico común que está dividido entre llevar una saludable vida normal o cumplir con una responsabilidad que a veces siente que le queda muy grande. Plantear este conflicto es la verdadera sustancia, el verdadero núcleo de la cinta, y Raimi se toma su tiempo en lograr un crescendo de derrota, decepción y finalmente de redención.

Hace mucho tiempo deduje algo sobre la naturaleza de los comics de Batman: en las mejores historias de Batman, el encapuchado no es el centro de atención. Son los villanos. Bastaba ver Batman: The Animated Series para darse cuenta que el show no era más que un desfile semanal de traumados y fenómenos, en los que Batman era sólo un hilo conductor para poder conocer al demente en turno.

Spiderman no es así. Sus villanos siempre fueron magalómanos que planeaban conquistar Manhattan (o, si se ponían ambiciosos, el mundo), y servían solamente para hacerle a Peter Parker la vida de cuadritos. Por andar peleando con Elektro, se le hizo tarde para su examen de ciencias. Por andar toreando a Rhino, se le rompió el traje y tuvo que pasar la noche zurciéndolo. Cosas así... los villanos siempre fueron monos genéricos cuyo único requisito era tener un disfraz colorido y un eventual razón para detestar a "El Aráncnido".

Menciono todo esto porque estaba la duda de cómo el Doctor Octopus de Alfred Molina se comparaba con el Green Goblin de Willem Defoe. Afortunadamente, como en la cinta anterior, se le dio una mayor complejidad al villano que la que poseía originalmente en el comic. Molina logra crear un personaje simpatético, que jamás aparece como detestable sino más bien víctima de un conflicto demente no muy distinto al de Spiderman. Hacia el final de la película, uno se va dando cuenta que realmente la victoria no se logra moliendo a golpes al monstruo con tentáculos de hierro: para héroe y villano, la lucha es de una naturaleza más interna y personal.

Para ejemplificar como Sam Raimi ha mejorado desde la película original (que me sigue pareciendo brillante, por cierto), me gustaría comentar sobre una escena clave en la cinta. Sucede justo después de una frenética secuencia de acción que involucra un vagón de metro fuera de control. De haber leído el guión, esta parte a la que me refiero me hubiera traído malos recuerdos de la única parte de la primer película que no me gusta: aquella en la que los neoyorkinos le empiezan a aventar basura al Green Goblin y le gritan "¡Si te metes con Nueva York, eres un terrorista!". Fue una escena tan cursi y chocante, que me dio miedo que algo de ese sentimiento nacionalista se hubiera colado en Spiderman 2. Pero la escena del vagón está tan bellamente ejecutada, que logra una resonancia emocional que simplemente conecta y toca un nervio, y responde de una vez por todas a la pregunta de por qué Spiderman se molesta en salvar a los miserables ciudadanos de Nueva York.

Me emocionó mucho esa escena, sobre todo porque pude observar una factura amorosa que supo administrar la dosis exacta para lograr emoción sin caer en el sentimentalismo. La cinta tiene muchos de estos momentos, que gracias a un imponente desarrollo de los personajes y sus problemáticas logran hacer eco en los que comprendan la fragilidad humana de todos los involucrados, pero sobre todo la del héroe.

Tiene un par de pequeñas fallas, sin embargo. Pese a que se utilizan relativamente poco, los efectos por computadora no son los mejores. En algunas instancias en las que los actores son reemplazados por modelos computarizados, existe una persistente ausencia de realismo. En corto, se ve tan falso como en Blade II o en Harry Potter and the Sorcerer Stone. Asimismo, se extrañó un elemento que sí estuvo presente en la primer cinta: los constantes chistes con los que Spiderman constantemente provoca y enfurece a sus adversarios. Supongo que ahora las peleas son tan furiosas, que no hubo buena oportunidad para meter un par de bromas entre las bofetadas.

No se me ocurre nada más negativo. Me acordé de más cosas positivas, eso sí. Ésta podría ser la cinta más Raimi-esca del director desde que entró a las grandes ligas. No sólo vuelven a aparecer Bruce Campbell y Ted Raimi, sino que en secuencias enteras llega a sacar todo su arsenal de acrobacias con la cámara, incluyendo una sala de operaciones que parece salida de Evil Dead II. Cuando aparece el Sam Raimi de antaño, se hace evidente una fuerza y energía maniática en las secuencias de acción que los imitadores de su estilo (Kitamura, you hack) jamás podrán replicar.

Me estoy dejando llevar, así que tomen esto con un poco de escepticismo. Yo estuve, desde el principio, irremediablemente predispuesto. Siempre se me enchina la piel y se me quiere salir la lágrima cada que Spiderman aparece columpiándose sobre las avenidas y brincando de edificio en edificio, porque me es difícil creer que una película haya capturado tan vívidamente tanta fantasía de niño que tuve, embriagado de tanto leer "El Asombroso Hombre Araña". Cuando supe exactamente la última línea de la cinta antes de que Kirsten Dunst la pronunciara, no me quedó duda de que Spiderman 2 ya tenía un lugar fijo en mi corazón. No digo más: fans y no fans, está película es bellísima, una cátedra avanzada de cine, y poco menos que un documento histórico. La película del año.

0 Comments:

Post a Comment


Now playing



Elsewhere










Archives


Contact me