Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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Shenmue, el mundo



Mientras la realidad da un giro hacia lo desagradable, prefiero pensar en que a las seis de la tarde caminaba por el parque Roma, maravillado por el mundo, maravillado por Shenmue. Shenmue II, específicamente. Caminaba sin ver al frente, sino a la izquierda, a la derecha, hacia el cielo. Notaba el detalle, que no puedo describir. Me daba cuenta de las sombras, del ruido de los pájaros, de la luz filtrándose por las hojas de los árboles. Antes de cruzar la calle frente la iglesia del Rosario, sentía que el día pintaba bien. Aunque el hecho de que me estaba deshidratando y la incertidumbre sobre asuntos del trabajo me deberían haber puesto de mal humor, mi descanso del jueves prometía ser muy, muy agradable.

Media hora después, sentado en el sillón de mi cuarto, algo se disparaba y un pedazo más de inocencia se perdía para siempre. Una hora después, jugaba con la idea de sonreír menos de hoy en adelante. En estos momentos, sólo escribo desinteresado con las uñas muy largas, pensando que hay que seguir adelante. Algo ha cambiado, sin embargo. Una de esas cosas de "para siempre".

En Shenmue II, antes de entrar al Yellow Head Building, me muevo por Kowloon a sabiendas que una vez que entre al edificio de la pandilla Yellow Head, ya no hay vuelta atrás. Sigue el Disco 4, situado en Guilin, donde Ryo descubre a Shenhua y poco después termina el juego. Antes de eso, mejor, me puse a matar el tiempo, jugando dardos y comprando "huevitos", para ver si me salía algún juguetillo nuevo, o raro. A la quinta vez que me salió Kagemaru de Virtua Fighter 2, dejé eso y me metí al Moon Child Building. En el edificio Dancing Dragon había descubierto un piso dedicado exlusivamente a negocios de Mahjong, así que cabía la posibilidad de que hubiera algo interesante o desconocido en Moon Child.

Había un orfanato. Dos niños platicaban en medio del pasillo, en lo que puedo jurar que era mandarín (aunque están en China, todos en Shenmue II hablan japonés). Entré, y todos los niños me preguntaban si quería jugar con ellos, o si les había traído algún juguete.

Justo como el piso de Mahjong, en toda la historia de Shenmue II nadie habla del orfanato de Moon Child. No hay manera de saber sobre éste, a menos de que el jugador se tome su tiempo y decida explorar todos los pisos de los edificios. De hecho, la primera vez que lo jugué en el Xbox, me brinqué cientos de cosas para poder terminarlo rápido. Ahora que lo estoy jugando en el Dreamcast, me asombra su belleza, su atención al detalle... que su mundo existe sin molestarse de un sentido de necesidad. Es su forma de decir "no todo tiene que ser acerca de tí".

Finalmente entré al edificio Yellow Head. Jugué con dedos débiles, sin el entusiasmo de días pasados. No sólo porque es el momento de dejar atrás la exploración, y entrar al punto más activo de todo el juego... sino porque estaba pensando en implicaciones. Alcances. Puse las cosas en contexto, y me vi sobrevolando la depresión. En estos momentos estoy quemando en cd más de 20 películas que tenía almacenadas en el disco duro del Xbox. Pienso que ayer lo hubiera hecho por gusto. Hoy lo hago por necesidad.

Me esperan días muy largos.

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