Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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Return of the Street Fighter


De no ser por Get Carter y The Street Fighter, le daría mi voto completo a la década de los setenta como la más embarazosa de los últimos tiempos. Como diría Kent Brockman: "What a shrill, pointless decade". Y no, los ochenta son brutales en cuanto a descuartizar el buen gusto se refiere, pero se salvan porque produjeron algunas de las mejores piezas de arte undergound que haya conocido (aunque aquí estoy hablando más que nada de cine). Los setentas simplemente me parecen una época asquerosa, en la que los baby boomers trataron de que su generación fuera la última. Luego en los ochenta tuvimos que recoger los pedazos.

Quizá sólo sea que me caen mal los hippies.

Por eso no puedo dejar de ver a Sonny Chiba en The Street Fighter como una flor en el desierto... una flor mata-hippies... destroza-cráneos... arranca-testículos... Los más jóvenes lo habrán visto en Kill Bill, en un rol muy digno casi idéntico al de Lord Conquer en la fantasía de 1998 The Storm Riders. Pero no, EL Chiba es aquél que acabó con su rival apretándole el pescuezo, no para asfixiarlo, sino para quedarse con un pedazo en la mano. Un pedazo de cuello.

Return of the Street Fighter marca el regreso del personaje Takuma (Terry) Tsurugi, un asesino a sueldo famoso por su eficacia y brutalidad. La cinta abre de una manera mucho más vertiginosa que la original (los karatazos comienzan hasta muy tarde en The Street Fighter): a Tsurugi le han encomendado ir detrás de dos pillos que se han metido con un empresario. Uno le robó una estatua de oro, y el otro está bajo custodia de la policía, por lo que es necesario que lo silencie antes de que suelte la sopa sobre los negocios turbios de su cliente.

Terry arma destrozos a alta velocidad en una motocicleta, hasta que por fin se deja atrapar por la policía. Ya dentro del cuartel, identifica el lugar donde tienen detenido al soplón, para después comenzar a repartir patadas entre su escolta, destruir la puerta del cuarto en cuestión y proceder a destruir a todos los presentes ... con sus manos esposadas. Terry rápidamente se lanza sobre el detenido (¡que uno sabe que ya estaba dispuesto a hablar!) y le encaja dos dedos en la garganta. Ya que le destrozó las cuerdas vocales, le da varias patadas a la pared del cuarto de interrogación y la tira, para después lanzarse un par de pisos abajo y caer sobre el techo de un automóvil. Su adorable asistente (Yoki Ichiji, ni idea) lo espera en un auto y juntos emprenden la huída. Ahora, a por el otro...

Después de despacharse al segundo blanco, la película se detienen en un bache muy extraño. Por alguna razón, a los realizadores de la cinta les dio por presentar largas secuencias de entrenamiento de artes marciales, con todo y titulitos para explicar qué era cada cosa. Desde ejercicios de respiración, hasta demostraciones de romper ladrillos de un solo golpe, pasando también por todo un arsenal de armas. La inclusión de estas escenas luego se explica medianamente, ya que es Terry quien tiene que enfrentarse a cada una de las disciplinas mostradas.

La verdad, no era para tanto. Afortunadamente, la película se recupera después de esto y no para hasta el final.

En esta secuela, Terry es un hombre cambiado, podría decirse. Atrás han quedado los gestos exagerados que anclaban a Sonny como un posible sucesor más de Bruce Lee, y ahora es un hombre más salvaje en sus acciones que en sus actitudes. Hasta ha desarrollado principios; principios que obviamente se ponen en su contra cuando se entrometen con su trabajo de asesino a sueldo. Y así va la historia, tal como en la primera: los empleadores se enojan con Terry y lo quieren muerto. En lo que va recortando las filas de los villanos, Terry irá descubriendo que las raíces del problema van más allá del crimen organizado de Japón. Ahora, el conflicto no sólo es personal: es internacional.

La diversión de la película recae sobre todo en el estilo sucio de pelea de Chiba. A menudo simplemente asemeja a un oso sacudiéndose hordas de molestas ardillas. Puesto que es virtualmente indestructible, los villanos casi siempre van a tratar de pegarle en donde más le duele. Y, sin revelar demasiado, sólo diré que ser patiño de Terry Tsuguri es el peor trabajo del mundo. Pero al menos pueden tener la seguridad de que su eventual muerte será vengada... con extrema violencia.

Momentos brillantes que la cinta ofrece:

- En un elevador, una atractiva chica invita a Terry a su habitación, a través de sugestivas miradas. Resulta que la chica es una asesina, que a medio foreplay saca un fierrote para encajárselo a Tsurugi. Terry le agarra el brazo a tiempo y le dice: "Y pudimos haber tenido una tarde tan bonita", y entonces le tuerce el brazo hasta rompérselo, para después encajarle varias veces el fierro que era para él. The irony!

- En cierto momento, al verse rodeado, Terry toma una pistola del suelo y comienza a dispararle a sus atacantes. Algunos caen, pero pronto se le acaban las balas. Al ver esto, un rufián se abalanza sobré el héroe, sin contar que una pistola sin balas no deja de ser un arma, y Terry se la encaja en el estómago al pobre tipo.

- Terry remata a un tipo tronándole el pescuezo. Por alguna razón, después del tronido, Terry se queda quieto sosteniendo la cabeza del cadáver, y la vuelve a girar hasta obtener "¡crack!". Hace otra pausa, y le vuelve a romper el cuello, que para ese entonces debía pender de un hilo. ¡Sádico! ¡Ídolo!
- A Terry le hacen bolita en una montañas nevadas. Con armas. Después de dar varias vueltas en la nieve, y de dejar varios cuerpos tirados, Terry brinca al último enemigo, cayendo sobre la espalda de éste, y le propina un golpe en la nuca que lo deja así de guapo:


En cuyo punto tuve que pausar la película porque me estaba orinando de la risa.

Filmada en "ActionScope", Return of the Street Fighter es una joyita que a pesar de su ultraviolencia no llega a ser tan absurda como Story of Ricky; y aunque sí tiene suficiente carga emocional, nunca se pone tan solemne como... uh, la mayoría de las cintas de artes marciales japonesas. Después de todo, de eso se trata, ¿no?: que el héroe canalice su brutalidad en aras de obtener venganza. Y más si toda la filosofía de su vida se resume en estas líneas que le dijo su padre, demasiado extensas como para ponerlas como subtítulo de mi blog:

"Listen my son, TRUST NO ONE! You can count on no one but YOURSELF. Improve your skills, son, harden your body, become the NUMBER ONE MAN! Do not ever let ANYONE beat you!"

Top Fun. Highly Recommended. ¡Me voy a la cama!

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