Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.




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Burn

Una noción errónea que aparece de vez en cuando es que sesiones de juego prolongadas le hacen algo a los pulgares. Esto casi siempre es falso. Al menos en el caso del pulgar de la mano derecha, no hay razón para que sufra, puesto que el resultado es el mismo si se aprietan los botones con fuerza que suavemente. Lo mismo podría decirle a algunos de mis compañeros de trabajo: el hecho de que le peguen más duro al teclado no quiere decir que estén trabajando con más ahínco que uno.

Con los avances en ergonomía del control, la cruz ya está diseñada para un tacto cómodo, aún en sesiones maratónicas. O bueno, la cruz del control original de Xbox es bastante cómoda; no acostumbro jugar con el Control S(mall girly hands).

No, si acaso, el daño se produce en el dorso de los dedos medios, por presionarlos por tanto tiempo contra una superficie de plástico duro. Burnout 3 se tradujo, la semana pasada, en descarapelamientos un poco más abajo de la uña. Y eso que el control de Xbox es bastante amable. Si nos vamos recorriendo la historia de los videojuegos, ha habido controles que ahora se sentirían al tacto como jugar con un cactus. Relativamente hablando, claro.

Hubo una vez que sí me desgracié el pulgar, sin embargo. Fue cuando mi padre me regaló el Super Nintendo de cumpleaños. Fuimos al centro a comprarlo, y me consiguió el paquete que no tenía cartucho, y un juego a escoger. Me llevé el cartucho pirata de Street Fighter II, que en realidad se llamaba Fighter II y tenía todos los textos en japonés. Aún así, yo estaba extasiado.

Pasé toda la tarde jugando, tratando de terminarlo con todos los personajes. Seguí jugando después de la medianoche, hasta que mi papá me mandó a dormir. Al despertar, seguí jugando. Sólo me despegaba para comer e ir al baño. Así pasaron un par de días, hasta que tuve que parar. El pulgar de la mano izquierda estaba suave por fuera y pulposo por dentro. Se me había formado una ampolla.

Estaba tratando de terminar el juego con Dhalsim. Lo recuerdo porque, cuando a la mitad de la noche me levanté para seguir jugando, me reventé la ampolla a medio "Yoga Flame". Al terminar el movimiento semicircular, la cruz se llenó de pus y sangre. Apagué la máquina, limpié el control y me acosté, con el dedo envuelto en una servilleta de tela. No le dije nada de esto a mis papás, aunque sí me preguntaron que por qué dejé de jugar una semana completa.

No me acuerdo qué les contesté. Cuando por fin cicatrizó la herida, terminé el juego con Dhalism, y seguí jugando Fighter II diariamente por cerca de dos meses.

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