Ayer me pasó algo extraño

Me desperté algo asombrado. Había sido un sueño demasiado bueno, demasiado detallado e interesante. Vi que Sara ya se había levantado, duchado, y ahora se estaba peinando, sentada en la cama. Me acomodé contra la cabecera y todavía algo modorro comencé a contarle el sueño, entusiasmado.

"Era sobre una revuelta en algún lugar de Europa, por ahí del siglo XV, supongo. Había un griterío y muchas antorchas, y la gente caminaba en calles sucias cubiertas de paja y excrementos de animales. Algún conflicto de clases, quizá, porque los hombres en los que se centraba mi sueño vestían elegantemente... pero no era con ellos el pleito. De hecho, observaban toda la trifulca con agrado, porque ellos habían sido recientemente capturados y eran enviados a prisión, cuando en eso estalló la rebelión y sus captores fueron engullidos por la masa de gente. Los hombres ahora libres se quedaron a ver un poco más cómo en la multitud se mataban entre ellos, y luego silenciosamente se escabulleron entre la sombras"

Sara se estaba poniendo las calcetas, y no parecía estarme poniendo atención. Pero yo estaba desesperado por tratar de recordar todos los detalles, así que seguí contándole:

"Bueno, todo esto es la premisa de un programa de televisión de finales de los ochenta, y este grupo de hombres eran los integrantes de la banda alemana Rammstein. Imagino que el video de "Du Riechst So Gut" habrá tenido que ver en el escenario. Como sea, cada capítulo trataba sobre cómo esta banda de delincuentes hacía maldades en la Europa rural, en zonas bien alejadas... cosas medio gruesas, orgías, envenenaban el agua, torturaban familias enteras... el programa se llamaba "The Farm Grill" o algo así..."

Sara se había levantado y salido del cuarto un par de veces, y en esas ocasiones había levantado la voz para que pudiera escucharme. Conforme iba contando, el sueño me iba dejando y yo ya estaba muy despierto. Al ver que no estaba reaccionando a mi historia, ya le iba a preguntar que si pasaba algo, cuando de pronto se escuchó un grito que venía del primer piso.

Le pregunté a Sara si había alguien más en la casa. Quizá había llegado alguna visita inesperada en lo que dormía, pero el grito había sido de una voz de hombre, como si estuviera llamando a Sara. Ella se salió del cuarto y yo esperé en la cama, todavía sin recuperarme del estupor. ¿Quién diablos estaba en mi casa a esas horas?

Sara regresó y volvió a sentarse en la cama, sacó una libreta y empezó a hacer unas cuentas. Yo me le quedé viendo, esperando que me dijera quién era. Nada. Ya me iba a parar para averiguarlo, cuando en eso escucho que alguien sube por las escaleras. El tipo se asoma, le sonríe a Sara, le dice algo y se mete al baño.

Se me fue el corazón a las rodillas. El pelo despeinado, los boxers, la sonrisa confianzuda. Lo reconocí y no se me hizo posible. Volteé a ver a todos lados, y sí, estaba en mi recámara, en mi cama, en mi casa... y estaba despierto. Le había estado contando a Sara sobre el sueño que acababa de tener hacía unos minutos, mientras estaba dormido. Ahora estaba despierto, de eso estaba seguro, lo que hacía la situación más aterradora.

Porque el otro tipo era yo. Era mi cara, mi pelo, mis boxers, y creo que hasta era mi voz (difícil saberlo) con la que le gritó algo a Sara desde el primer piso, y con la que le dijo algo cariñosamente antes de meterse al baño. Me asusté muchísimo, y cuando nos quedamos Sara y yo solos lo único que pude decirle fue, con un timbre de pánico: "¿ése era yo?". No me detuve a pensar lo estúpido que sonaba, porque me angustió más el hecho de que Sara no me respondía. Le volví a preguntar, le pregunté que quién era, y después de unos segundos se me hizo obvio que ella no podía escucharme.

Estaba despierto, maldita sea. Una y otra vez me preguntaba si no estaría soñando, pero todo parecía normal, el mismo momento del despertar de todos los días, y el todavía fresco recuerdo del sueño de Rammstein... pero estaba desesperadamente tratando de encontrarle lógica a lo que estaba pasando.

El otro yo salió del baño y Sara se levantó, y ella le preguntó algo... ahí comencé a gritar, y ninguno de los dos reaccionaba. Me miré las manos, el techo, las sábanas, todo era normal. Pero ellos no podían verme, no podían escucharme. Con mucha fuerza de voluntad giré mi cabeza hacia la ventana, y de repente la luz que llenaba la habitación desapareció. El cuarto estaba a oscuras, la puerta estaba cerrada, y Sara estaba profundamente dormida a mi lado.

Ese fue el sueño más raro que haya tenido en la vida.