Doctor Who: "The Parting of the Ways"
Por un breve instante, por una minúscula mirada entre el Doctor y Lynda con "Y", tuve la completa certeza de que ella se convertiría en su nueva compañera. Luego la realidad me alcanzó y recordé que Billie Piper continuaría en su papel de Rose al menos hasta mediados de la siguiente temporada. No habría lugar para la dulce Lynda en el TARDIS, y antes de que terminara el episodio sería ejecutada de manera espectacular. Lástima...
A lo largo de todo "The Parting of the Ways" se van presentando elementos en los que hubiera sido interesantísimo profundizar y extender, pero que son eliminados tan rápido como aparecieron. Lynda hubiera sido la compañera perfecta para que por fin el programa fuera
sobre el Doctor, ya que toda la temporada le perteneció a Rose y su personalidad extrovertida. En esos trece episodios sólo pudieron apreciarse breves flashazos de la verdadera naturaleza del Doctor, un alienígena de 700 años que carga con la culpa de haber participado en el exterminio de al menos dos razas enteras. Puede argumentarse que el valor de Rose radica en que es una chispa que pone en movimiento toda clase de problemas, la sal de la vida para alguien que ha visto y vivido de todo. Admito que Rose aporta la particular energía de esta nueva serie, y debe gran parte de su éxito a ella. Pero una compañera menos intrusiva estaría más en línea con el resto del catalogo del
Doctor Who, permitiendo abundar en su rica mitología. La obsesión de Russel T. Davies de querer anclar el destino de universo con una humana involuntariamente limita las capacidades del Doctor, quien más que impulsar la trama, hasta el momento sólo ocupa la función de resolver los líos en los que continuamente se mete Rose.
Otra maravillosa adición fue el nuevo cariz religioso de los Daleks. En "Dalek" se jugó con darle nuevas dimensiones a lo que en esencia eran máquinas de matar. El ejército del emperador tenía quizá el peor y más poderoso rasgo humano de todos: una fe ciega, un fanatismo aunado a su odio por la vida. Una "guerra santa" entre los Daleks y el resto del universo tendría la misma fuerza de The Covenant en
Halo: unión y poder a través de la fe. En
Halo 2 lo arruinaron cuando se descubrió que era más una cuestión de política que de creencias, pero la idea de una raza de alienígenas asesinos que están dispuestos a morir por su líder espiritual tiene un peso inegable. Pero en fin, los Daleks ya no existen. Se quedó en eso, en idea nada más.
Pensando en el final, Davies pone un freno a la tentación de gritar "¡deus ex machina!" asegurándonos que la resolución se ha ido desarollando desde el principio de la serie, con la siempre presente leyenda "Bad Wolf". Aunque es difícilmente la manera más espectacular de acabar con una invasión Dalek, la serie logró cerrar con éxito un tema primordial que fue presentado por primera vez en esta nueva versión pero que abarca toda la serie, desde 1963 hasta 2005: la culpa del Doctor. En el clímax de "The Doctor Dances", Christopher Eccleston exclama una de las frases más emotivas que me haya tocado ver en televisión escrita: "Just this once, Rose, everybody lives!" Es significativa porque en toda la historia televisiva de
Doctor Who, sólo ha habido cuatro episodios donde nadie muere.
En 2005, el titular de
Doctor Who es el único sobreviviente de la Guerra del Tiempo, y su planeta, Gallifrey, ha sido destruido. Existe una mayor conciencia de que cada aventura carga su propio conteo de cadáveres, hasta el punto en el que los villanos en "Dalek" y "Boomtown" lo llaman
asesino. Lo consideran uno de ellos y esto lo tortura. En "The Parting of the Ways" llega a estar a punto de destruir el planeta Tierra para poder salvar a todo el universo. El punto en el que se aleja del dispositivo (curiosamente, con la forma de un detonador de dinamita) es el más importante, y ya no hay problemas si llega una Super-Rose a aniquilar un enemigo indestructible. Como el ejército de fantasmas en
Return of the King, no importa tanto la invasión en sí como el acto de conversión del personaje. Aragorn encara su destino como rey, y el Doctor se demuestra a sí mismo que no es un asesino. El resto cae por su propio peso.
Con todo y que Davies une todos los cabos sueltos al final, logrando una serie sólida con un magnífico arco, los episodios que él dirigió no fueron los mejores. Como ya mencioné, tiene un interés casi molesto en lo doméstico, y la caracterización de los personajes pierde sustancia en sus episodios. Es una intercambio de alguna manera justo: sus historias son las que mueven el arco e introducen los elementos claves, mientras que los otros directores imprimen en los episodios más limitados un mejor tratamiento de los personajes. "Father's Day" es el mejor episodio de la serie, pese a tener poco que ver con lo que al final culminaría con la invasión Dalek. Logra en poco menos de una hora sentir una afinidad increíble con Rose, y al final del episodio derramamos lágrimas junto con ella. Al compartir sus pérdidas, Rose y el Doctor logran un vínculo más profundo a partir de ese episodio.
Chris Eccleston fue grande, pero entre toda la energía que aportó al personaje se perdió un poco de su misterio. David Tennant, con tan sólo unos segundos en pantalla, se ganó mi simpatía. Nos veremos en Navidad.