Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.



La semana pasada vi estas películas


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The Incredibles (Brad Bird, 2004)

El consenso general parecía ser que la última película de Pixar carecía de simpatía y calor, quizá por la ausencia de cualquier tipo de antropomorfosis. Me agradó bastante. No se cuál haya sido su recepción entre la chiquillada, pero a mí me pareció una cinta exquisitamente adulta, madura. La fábula del hombre común atrapado en una rutina, añorando las glorias de su juventud, me recordó a algunas de las mejores cintas de fantasía de los ochenta, aquellas en las que por algún acto milagroso sus protagonistas logran abandonar su vida normal para convertirse un factor de cambio. El conflicto de Mr. Incredible es entendible, es una debilidad con la que cualquiera se puede identificar... sin dejar de lado que la moraleja de la historia es que su crisis de la media edad no le permitían ver que no había perdido un tesoro, sino que contaba con otro más valioso. No intenta ser un clásico, ni hacerse atractiva para todas las audiencias: The Incredibles tiene su propio ritmo y espacio, sacrificando sus alcances comerciales al tratar de mantener su corazón bien plantado en su sitio.

The Chronicles of Riddick (David Twohy, 2004)

Desde hace mucho ya tenía conocimiento de qué elementos de la secuela de Pitch Black definitivamente no me iban a agradar, principalmente el inecesario replantamiento del personaje central (¿último de una raza sobrehumana?). Quizá fueron estas bajas expectativas lo que me permitieron disfrutar el híbrido de intrigas cortesanas y ciencia ficción de matiné que terminó siendo The Chronicles of Riddick. De no saber que el guión pertenece al mismo Twohy, hubiera asegurado que el estudio gustó del personaje de Riddick y lo insertaron en un proyecto completamente distinto que habían estado guardando desde hace tiempo. La imponente presencia de Riddick no encaja del todo en el discurso político-religioso de la primera mitad de la película, y sólo tiene oportunidad de brillar durante el escape de una prisión de máxima seguridad. Seguidores del videojuego Escape from Butcher Bay (me incluyo) se encontrarán en territorio familiar en estas escenas, tanto así que hubiera sido preferible que toda la película hubiera mantenido ese tono de principio a fin. Ojalá que la siguiente secuela regrese a territorios menos grandilocuentes, porque para copias mediocres de Dune tenemos a... Dune.

Loaded Weapon 1 (Gene Quintano, 1993)

El fin de semana vi por primera vez en muchos años Top Secret y Loaded Weapon 1, dos cintas que había visto de niño y de las que tenía buenos recuerdos. Me sorprendió que Top Secret haya envejecido con tan poca gracia: aunque ahora puedo entender muchos chistes que en aquél entonces no tenían sentido (además de descubrir muchas partes cortadas; qué vergüenza, canal 5), me pareció ante todo una cinta demasiado confiada de sus habilidades, como si asumiera que desde los créditos iniciales se hubiera echado al público a la bolsa. Loaded Weapon carece del genio cómico de los hermanos Zucker, pero la andanada de chistes por minuto conecta más veces de las que falla. ¡Y es que se esfuerza tanto! Es como ver a un cómico utilizando todos y cada uno de los chistes de su repertorio, tratando con todas sus fuerzas de hacerte reir. No puedo recordar la última película que a base de puro talento cómico natural ma haya hecho reir consistentemente. Lo único que queda es sudar la gota gorda para obtener risas del público, pero la industria del cine de hoy es demasiado orgullosa y floja para molestarse con ese concepto. La mitad de Loaded Weapon 1 no es graciosa, de hecho, pero vaya que lo intenta.

No me sorprende que Emilio Estevez no haga mucha comedia estos días (¿qué está haciendo estos días?), pero quien no haya visto esta película se está perdiendo de ver a Samuel L. Jackson como el genio cómico de la década pasada. Es una lástima que en sus últimas 100 películas se haya limitado a interpretarse a él mismo ("motherfucker!"): el señor tiene una expresividad cómica fascinante.

Mirrormask (Dave McKean, 2005)

La estupenda The Cell es considerada por muchos como una cinta donde impera más el estilo que la sustancia: Mirrormask hace que The Cell parezca The Godfather. Es un producto que estira hasta el límite la definición del término "película", quizá encontrándose más cómodo en el terreno del videoclip. Se trata, ante todo, de un proyecto de Dave McKean, así que quien considere fascinantes sus portadas para The Sandman encontrará demasiada estimulación visual como para absorberlo todo de una sentada. Fuera del espectáculo visual existe poco en términos de anécdota, sin embargo, por lo que la inclusión como guionista del compañero de toda la vida de McKean, Neil Gaiman, parece obedecer más a la necesidad de que pase algo en los 100 minutos que dura la película. Para los seguidores de McKean, la forma es el fondo, pero para quienes no encuentren atractivo un mundo de niebla y tonos sepia (y un irritante soundtrack compuesto en su mayoría por frenético jazz), la historia de Mirrormask tiene un inicio deprimente y poco estimulante, una parte media que deambula sin ninguna dirección, y no es sino hasta los últimos 10 minutos cuando la trama finalmente se torna interesante. Pese a que ver en movimiento las creaciones de McKean tiene sus méritos, el intrincado mundo creado por computadoras no se salva del destino de la mayoría de las cintas de pantalla azul: una desconexión entre los actores y sus alrededores, lo que acaba echando por tierra cualquier intento de inclusión del espectador por parte de la película.

Un largo demo tecnológico que sólo satisface de principio a fin a estudiantes de artes visuales, los interesados en sólida narrativa junto a su esplendor visual encontrarán más disfrutable Paperhouse (1988), que maneja de manera más sustanciosa exactamente el mismo tema, o In the Realms of the Unreal (2004), que pese a ser un documental resulta más emotiva que Mirrormask al animar la obra del artista Henry Darger.

Resident Evil (Paul W.S. Anderson, 2002)

El hecho de que desde su salida había querido ver esta película y su secuela dice mucho del poder de la marca. Habiendo exactamente 137 películas de zombies mejores que Resident Evil, y con una trama que tiene apenas una semblanza lejana con el juego en sí, es difícil saber a quién estaba dirigida esta película. Como película de muertos vivientes falla en lo más elemental, al mostrar una repugnante timidez en cuanto a la sangre y violencia en pantalla, rayando en el absurdo en una escena de lásers asesinos sacada de un corto de Looney Tunes. Lo más chocante de todo, sin embargo, es la perenne cruz de las adaptaciones de videojuegos al celuloide: la total ignorancia de lo que hace especial al juego en primer lugar, enfocándose en su lugar en aspectos más superficiales para lograr una supuesta conexión con la fuente original.

Quien haya jugado el Resident Evil original no me dejará mentir: el descubrimiento del laboratorio en realidad es un giro en la historia original, un escenario que sólo aparece en la última hora del juego. Se trata incluso del talón de Aquiles de toda la saga de RE: el laboratorio subterráneo de armas biológicas como explicación racional de los horrores de la superficie. El impacto del primer juego yace en el enfrentamiento a lo desconocido, por lo que cuando se revela su origen pierde gran parte de su encanto. Basar toda una película en la exploración del laboratorio es quizá la decisión más miope que pudo tomar Paul W.S. Anderson; una pena aún más grande si consideramos que él tiene en sus créditos la única cinta decente sobre videojuegos, la original Mortal Kombat.

Nana (Kentarô Ôtani, 2005)

Basado en un comic japonés para jovencitas, Nana sufre un poco al no tener una historia finita que contar (el comic continúa publicandose al momento de escribir esto), por lo que la crónica del encuentro entre dos jovenes disímiles llamadas Nana, de la misma edad y que terminan viviendo en el mismo apartamento, toma fuerza sólo en la construcción de sus personajes, distrayendo del hecho de que no existe una verdadera trama. En su lugar, después de poner bien en claro en la primera media hora que la cínica chica punk y la dulce provinciana enamorada de alguna manera se complementan perfectamente, la película toma turnos para resolver los conflictos de cada una: el orgullo de la Nana punk que por mantener su independencia sacrificó el amor de su vida, y la ingenuidad y entrega de la Nana dulce, para quien la ciudad amenaza con destruirle su desbordante optimismo. En sí, no existen conflictos situacionales, sino el enfrentamiento de las fallas de las personalidades de cada una, que las llevarían a desmoronarse de no tenerse la una a la otra. Por ahora, Nana tiene suficiente sustento con el planteamiento de sus personajes, pero la inevitable secuela forzosamente necesita conflictos más concretos y complejos.

3 Comments:

silent hill no nos va a dejar morir, esperemos.

By Blogger rubas, at 2:37 pm  

te la bañaste.. no tenías nada que hacer vdd?? hahaha

por cierto, los increíbles apestaaaaaaaaaaaaaaaaaa

By Anonymous Anonymous, at 10:35 pm  

No, la verdad es que Los Increíbles está buenisima. Me gusta porque no es una película para niños (a ninguno de los niños que conozco le gustó, ya vez a deb :P).

Mirrormask... me duele porque me gusta mucho Gaiman, pero la historia, como tu dices, no existe. Y de todas formas la música es demasiado irritante como para ponerle atención a la película, anyway.

Pero la verdadera gema es Samuel L. Jackson. Es un genio de la comedia y nadie lo sabe.

Me gustó tu capirotada de reseñas :P

By Blogger Saraí, at 4:00 pm  

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