Had you been there tonight you might know how it feels
to be struck to the bone in a moment of breathless delight.



López y yo


E-mail this post



Remember me (?)



All personal information that you provide here will be governed by the Privacy Policy of Blogger.com. More...



Hace un par de días conocí a un hombre que me cambió para siempre. A su lado, llegué a sentirme como todo un príncipe y, al mismo tiempo, me hizo sentir sucio como nunca lo había sentido en mi vida. Esto suena fantásticamente gay, pero la realidad es mucho, mucho peor.

Antes, unos cuantos detalles muy vagos sobre mi trabajo: todas las noches me siento frente una computadora a capturar la información de un periódico impreso para que pueda ser disfrutado como contenido en una página de Internet. La faena es tan glamorosa como el tiempo y las ganas lo permitan: vaciar todas estas ideas y noticias a veces resulta una tarea intelectualmente estimulante, que me permite corregir errores, eliminarlos, reacomodar sus elementos, y obtener como resultado final un producto más disfrutable, sin los escalofriantes resbalones que a diario se publican en la edición de papel. Otras veces, la experiencia es idéntica a la de trabajar en una empacadora de sardinas. Este segundo escenario es el más común, al yo formar parte de un grupo muy pequeño que tiene que lidiar con un volumen de trabajo desproporcionadamente alto, al menos para aplicar algún control de calidad en los contenidos.

Hace poco nuestros superiores llegaron a la conclusión de que poner más cuidado a la información no era una idea tan loca, y decidieron que todas las ediciones de provincia de las que nos ocupábamos aquí en Monterrey debían ser manejadas localmente. Torreón para los torreonitas, Tabasco para los tabascaños, Xalapa para los (oh dios mío que gente más egocéntrica) xalapuños, y así por el estilo. Por un tiempo nos amenazaron con enviarnos a todos y cada uno del staff en camiones polleros a estas regiones para entrenar a cada periódico en el especializado manejo de la información periodística convertida en unos y ceros, pero nuestro irracional apego al agua corriente y baños que no son de madera ni están a cuarenta metros de la residencia los hizo desistir. Las montañas tendrían que venir a los chiflados Mahomas, y el resultado ha sido un entretenido desfile de colaboradores foráneos que se persinan frente a las puertas electrónicas, se aferran a sus morrales y no dejan de mirar hacia arriba, maravillados por las luces fluorescentes de nuestras oficinas.

Ahora bien, hubo una época en el que el entrenamiento de un nuevo miembro de nuestro equipo podía tomar meses. Los primeros días se les daba una explicación teórica de los procedimientos, la siguiente semana se le daban páginas falsas para que pudiera equivocarse sin arruinar nuestro trabajo, y luego poco a poco se le iban asignando pequeñas notas sencillas. Sólo cuando confirmábamos que podía ocuparse de cada tarea sin error alguno, en el periodo de varias semanas, se le iban otorgando más responsabilidades. Podía considerarse completo el entrenamiento cuando todo el material que pasara por sus manos era procesado profesionalmente y sin que nosotros dudáramos de su capacidad, por lo que explotábamos sin misericordia al pobre diablo delegándole todo nuestro trabajo. El máximo nivel al que podía aspirar era cuando se hacía un candidato a encargarse por completo a una publicación, un privilegio reservado sólo para veteranos que se sabían su trabajo por dentro y por fuera, al derecho y al revés.

En esta época de palomitas de microondas y "playstations", quizá sea anticuado de mi parte añorar los días en los que un hombre se ganaba la confianza de sus colegas en base al número de ediciones que haya capturado desde su ingreso. Hoy por hoy, nuestros superiores esperan que después de dos noches Chano y Chon puedan regresar a su ejido completamente capacitados para poner en alto la presencia en línea de su periódico local. Quizá la tecnología y la capacidad de comprensión haya avanzado a pasos agigantados desde el 2003, quién soy yo para discutir. Gente de acento chistoso llega, nos sentamos a su lado y descargamos años de experiencia en el transcurso de dos noches. De ahí en adelante, la responsabilidad es toda suya.

Yo siempre trato de verle el lado positivo al asunto: después de dos noches de capacitación, nosotros podemos olvidarnos de capturar notas como "Espera expectante la población la coronación de la Reina de la Simpatía", "Escapa un cerdo de su corral; lo capturan diez minutos después" o "Advierten médicos sobre comer comida en descomposición". Si la verdadera intención de nuestros jefes no es corrernos a todos, quizá ahora sí tendremos el tiempo necesario para mejorar la presentación de la página en un 200 por ciento. No puedo evitar incomodarme un poco, sin embargo, cuando una noche cualquiera tengo que atrasarme brutalmente en mi trabajo porque no me avisaron con antelación que esa precisa noche llegaría el provinciano en turno para su entrenamiento. Y como yo soy el que llega más temprano, puedo olvidarme de que el responsable de su capacitación sea elegido por sorteo. Pero ánimo, el pobre diablo no tiene la culpa de la desconsideración de terceros, así que mostrémosle la característica hospitabilidad regiomontana, al cabo que unas cuántas horas extras no nos harán mucho daño. Aunque tampoco beneficio, pues jamás nos han pagado horas extras.

Haciendo la obvia relación "página de internet=personal de sistemas", la gente de Torreón nos envió a un miembro de esa clase superior que guarda los secretos místicos que evitan que nos desmayemos de tanto llorar y golpearnos la cabeza contra el escritorio cada que en nuestras pantallas no aparece lo que nosotros queremos. Cada que escuchamos las hermosas palabras "voy a reiniciar el servidor" salir de sus boca, nos limpiamos lo mocos, dejamos de sollozar, y nos abrazamos todos porque pronto todo va a estar bien. ¿Mandar a alguien con formación periodística, alguien con el criterio suficiente para discernir cuando se puso un pie de foto en el lugar del encabezado? ¡Absurdo!

Me reconfortaba un poco que Torreón, Coahuila no está tan alejado de la verdadera civilización: quizá algunas de sus avenidas estén pavimentadas y tengan su propia tienda de autoservicio. No necesitaría enseñarle al tipo cómo funciona Internet. De todas maneras, me gusta esperar lo mejor de la gente, y con suerte la experiencia sería indolora y quién sabe, capaz y al final habría hecho un nuevo amigo.
Nunca había conocido a una persona tan repugnante en toda mi vida.

Su bajeza no se hizo totalmente evidente sino hasta la segunda noche, por lo cual quizá no sería justo que lo juzgaran por la descripición física de él que voy a hacer a continuación. Yo mismo no cuento su apariencia como un factor para su general asquerosidad, y al conocerlo puse poca atención a eso, a sabiendas de que si resultaba una maravillosa persona, su exterior resultaría irrelevante. A medida que me fue revelando nuevos niveles de odiosidad que no creía posibles en un ser humano, sin embargo, no pude sino poner una atención obsesiva en todas y cada una de sus trescientas doce imprefecciones, al descubrir que si me limitaba a juzgarlo por su apariencia no sentiría tantas ganas de abalanzarme sobre él y estrangularlo con un alambre de púas.

No sabría decir cuál era exactamente su edad. Parecía de de treinta y tantos pero bien pudo haber tenido veintisiete, sólo que mal vividos. Era del tipo de personas que si se sientan a tu lado en el camión, la gente no sólo no te juzga por cambiarte de lugar y sentarte entre un mara y un leproso, sino que asienten reflexivamente y te dan palmadas de simpatía en la espalda. Un obeso sudoroso que parecía que llevaba una semana sin bañarse (cuando probablemente venía del hotel refrescado y con ropa limpia). Su pelo esponjado y sin arreglo estaba punteado por lo que sólo puedo describir como "poderosas canas", como espinas de puercoespín. El puente de su nariz estaba hinchado y con poros tan visibles que indicaban que pelos trataban desesperadamente de salir por ahí. Sara dice que tenía algo extraño en los dientes, pero no llegué a esa parte de su rostro por estar tan perturbado con sus fosas nasales: mechones de pelo asomaban por su nariz, como si aprovechando un momento en el que estaba desprevenido media docena de cucarachas hubieran tratado de entrar a su cabeza por ahí y hubieran muerto dentro, dejando asomar sólo sus patillas inertes. Me daría cuenta después de que se trataba de alguien que tenía tan poca conciencia de su apariencia o de su comportamiento, que sólo una intervención organizada por su familia lo hubiera obligado a ver que tenía un serio problema.

Como dije, al principio no me hubiera atrevido siquiera a hacer alusión a su pobre aspecto físico, y lo traté con toda la cordialidad con la que se trata a alguien en posición de educando. La primer noche no hubo incidentes de nota, sólo algunos momentos que me hacía levantar la ceja. La presentación de la herramienta y los procesos involucrados siempre me ha parecido una experiencia delicada, en la que trato de explicar lo más posible en el breve tiempo con el que contamos, pero con cuidado de que comprenda perfectamente bien todos los pasos. El sujeto en cuestión, a quien de aquí en adelante llamaré López, me hizo las cosas más complicadas al llegar con una actitud por demás curiosa: daba la impresión de que observaría nuestros rudimentarios procesos y haría de ellos algo más ágil y efectivo. Si nunca han lidiado con alguien que piensa que cualquier comentario, sobre cualquier tema, debe ser respondido con la manera en la que podría hacerse mejor, así sea crear una página web, recorrer tu propia ciudad o ir al baño, entonces su paciencia nunca ha sido verdaderamente puesta a prueba. Continuamente me interrumpía y se saltaba pasos, preguntando por cosas que no debería saber sino hasta que hubiera dominado los procesos más básicos. Cuando inevitablemente se confundía, meneaba la cabeza y sostenía que debería de haber una manera más eficaz, menos complicada de hacer las cosas. Parecía tener la absoluta convicción de que el propósito de su visita era evaluar nuestra manera de trabajo y pensar cómo podría mejorarla, no que tendría que adoptar nuestra manera de hacer las cosas.

Saben, existen sólo dos defectos que me parecen imperdonables en una persona, y uno de ellos es la soberbia. Y personalmente no hay nada que me irrite más que un gordo que carece de humildad. Siempre he tenido la creencia (y al decir esto sólo hablo por mi mismo, no espero que nadie la comparta) de que una persona obesa no puede darse el lujo de portarse altiva, y debe mantener un perfil humilde, si no va a tener la fuerza de voluntad de cuidar su cuerpo. Estoy hablando de la gente que traga como bestia, claro, no de la gente que no puede hacer nada al respecto. Obviamente, la gente tiene derecho de verse como quiera y portarse como quiera; sólo no debe esperar que me agrade o la respete.

Así que tenemos a un gordo de sistemas que tiene toda la certeza de que puede hacer el trabajo mejor que yo. Cuando le expliqué cómo usar el Photoshop, le indiqué que debía grabar cada fotografía después de modificarla. Decidió que era preferible cerrar las imágenes y darle "Yes" en la ventana que preguntaba si deseaba grabar los cambios. "Siempre hay que buscar la manera de agilizar el proceso", me dijo, con una sonrisa tal que parecía que yo le acababa de preguntar, asombrado: "¿¿¿cómo hiciste eso???" Me sonreí ante sus comentarios y seguimos con las lecciones.

Le explicaba el orden en el que debe colocar los elementos de un artículo noticioso, cuando en eso pasó junto a nosotros una compañera de trabajo, una de las dos únicas mujeres que trabajan el turno de noche (la otra es Sara). López giró la cabeza y fijó su vista en la chica, mientras ella buscaba su jarra para hacr café, y no la perdió de vista hasta que se alejó y se perdió al doblar una esquina. Todo ese tiempo yo seguí explicando, absolutamente extrañado por el comportamiento del tipo. Lo primero que pensé fue que no habian sido presentados, y que fijar su atención en ella de esa manera era una señal para que yo hiciera los honores. Cuando me volvió a poner atención no me dijo nada, y seguimos la lección, aunque yo un tanto confundido por lo que acababa de pasar. Esto fue cuando todavía le estaba dando el beneficio de la duda, así que disculparán si la explicación que le di a esto les suena ingenua.

No recuerdo nada más de relevancia de esa noche, salvo la incómoda despedida. Puesto que me había atrasado horrores en mi trabajo por estar entrenando a López, nuestra salida fue una hora más tarde de lo usual, y lo único que deseaba era irme a descansar. Le había explicado casi todo lo que había que saber, dejando sólo unos cuantos detalles pendientes para la noche siguiente. Cuando ya estaba cerrando todas las aplicaciones de la computadora y le pregunté por cortesía que en qué hotel se estaba quedando, el sujeto se arrancó balbuceando en voz baja toda una historia ininteligible acerca de tarjetas y elevadores. No entendí nada, y no me importaba saber, pero incluso cuando le estaba estrechando la mano para despedirme seguía insistiendo sobre primos y tarjetas y no se qué más cosas, al grado que comencé a a sentir que estaba tratando de decirme o pedirme algo. Al final logré armar su estúpido cuento (que volvió a contar casi irritado porque yo no lo entendía, para variar): aparentemente el hotel en el que se hospedaba utiliza la llave electrónica para casi todo, incluso para subir en el elevador. Todo en el cuarto funcionaba sólo cuando la tarjeta estaba en su sitio: si se le retiraba, no podía contar con luz o televisión. El gran problema de López era que había metido a un primo suyo a su cuarto, pero como no quiso dejarlo encerrado a oscuras, dejó la tarjeta con él. Pudo bajar en el elevador sin problemas, pero para subir necesitaba la llave. Si llegaba a las seis de la mañana no habría nadie usando el elevador, para colarse adentro sin tarjeta, y no podía pedir otra porque aparentemente la estadía del primo era desconocida para el personal del hotel.

Yo escuchaba su problema, que me sonaba a episodio de Los Picapiedra, con una jeta que sólo se tiene cuando uno sabe que debió haber estado en cama desde hace una hora. Casi le digo, "pues... ¡buena suerte!", cuando por fin me preguntó que a dónde podría ir a matar el tiempo hasta que ya hubiera gente de la cual apovecharse en el hotel. ¿Quería acaso que le diera asilo por unas horas en mi casa? Quizá, no sé, pero no le iba a dar oportunidad de formular la petición. Le dije que podía quedarse un rato más en la oficina, sin preocuparse. Era mejor que permaneciera dentro del edifcio, ya que salir en la madrugada fría no le haría bien a su garganta.

No sé por qué había omitido esto hasta el momento. Toda la noche López tuvo violentos ataques de tos. Esto no es algo que realmente se pueda objetar como falla de la persona: el hombre estaba enfermo, nada más. Pero cuando ya estaba despidiéndome del señor, le dio tremenda tos que muy consideradamente se cubrió con la mano derecha, para luego ofrecerme esa misma mano en despedida. La estreché, y casi pude percibir como los cabellos de la nuca de Sara se erizaban.

No necesité que Sara me exigiera que llegando a la casa me lavara las manos: López me había transformado con ese saludo. Sostuve mi mano en el aire todo el camino de regreso a casa sintiendo una pequeña nube de puntos verdes orbitando alrededor de ella. Llegando a casa me tallé las manos por varios minutos, pero aunque por el momento me sentí limpio, la experiencia había logrado un daño irreparable. Desde ese momento me volví terriblemente consciente de lo que tocan mis manos, y me he estado obsesionando con ello desde entonces. Ahora al cerrar la puerta del coche siento una gran urgencia por lavarme las manos antes de que por descuido toque un alimento, o me toque la cara, con mis manos sucias de polvo de la calle. Ese saludo de despedida me volvió germófobo, y no se si algún día me recuperaré.

La segunda noche de trabajo me porté considerablemente menos amable con López, por dos motivos. Primero, porque la segunda noche debía soltarle la mano y dejarlo enfrentarse por sí mismo al trabajo que tendría que hacer de ahora en adelante, y limitarme sólo a indicarle los errores que fuera cometiendo. Segundo, durante el día me golpeó un resentimiento que no sabía a quién dirigir, porque la noche anterior no podía describirla más que como una mala noche de trabajo: descuidé mis propias obligaciones por estar de niñera con un provinciano que había caído de sorpresa y que parecía no apreciar los sacrificios que se estaban haciendo por él. Estaba contento de que esa noche sería la última en la que tendría que ocuparme de él, pero no iba a permitir que interrumpiera mis labores de nuevo. Lo pondría a encargarse por completo de la edición, sólo respondiendo a dudas específicas.

Cuando lo senté en la computadora que le tocaba, me acerqué para explicarle cómo trabajaríamos esa noche, pero antes de que pudiera decir nada me dijo:

"Mira traigo esta táctica para cómo le vamos a hacer esta noche. Yo lo voy a hacer como si no supiera nada, y si me topo con alguna duda voy a tratar de resolverla con mis apuntes. Si no encuentro la respuesta te pregunto a ti".
Qué bárbaro López. Y yo que te iba a explicar todo otra vez. No hay duda de que los coahulienses son seres superiores.

Whatever. Cada quien se puso a trabajar en lo suyo, y por un rato no pasó nada. Percibí que esa noche sólo estaba tosiendo ocasionalmente, en lugar de cada minuto y medio, y se lo dije. Sacó una cajita arrugada de la bolsa del pantalón y me explicó que las pastillas que estaba tomando antes no le hacían nada porque eran para tos con flemas, y por eso se consiguió esas nuevas que son igual que el Teraflu, pero se llaman distinto y se alivianó de volada. "¿Tú no tienes tos?" me preguntó "¿No quieres unas?" Me corrió un escalofrío por el cuerpo.

Al poco rato volvió a pasar la compañera del trabajo, para tomar su jarra de café. Ahora pude ver como el hombre había dejado una nota a la mitad y se dedicaba sólo a observarla fijamente. Le pasó de lado y López se giró en su silla para seguirla viendo. Ante todo esto yo solté una cara de incredulidad tipo Selma Blair en Legally Blonde. Al chavo éste se le había acabado el beneficio de la duda: era un tipo sucio y sin una pizca de vergüenza. Mi compañera no es fea, pero tampoco es del tipo de soltar todo y empezar a soltar baba en su presencia. Si el tipo se hubiera tocado su entrepierna hubiera sido grotesco, pero creo que lo era más que sólo se quedara viéndola con esos ojos de loco, pensando quién sabe qué porquerías.

Yo ya sólo estaba contando las horas para ya no volver a ver a este tipo nunca más en la vida. Completó las notas del periódico, sin muchos errores. Al menos no lo volverían a mandar a Monterrey por no haberse aprendido el procedimiento básico. Seguía acomodar esas notas para que aparecieran en la página de su periódico. Allí López comenzó a dar problemas. Ayer le había explicado todo el proceso y al parecer durante el día decidió que eran demasiadas complicaciones. Comenzó a cuestionar y a decir "si yo estuviera encargado de esto..." Y la verdad, hasta cierto punto, tenía razón. Algunos de los procesos actuales son cuestionables y podrían hacerse mejor. Pero ese no era el punto. El punto era que él no estaba ahí para repelar de los procedimientos, sino para aprendérselos. Yo le expliqué que estábamos en un proceso de ajuste, que había habido muchos cambios de presentación y las herramientas no se habían optimizado para los nuevos formatos. Quizá no eran perfectos, pero en lo que se mejoraban, había que sacar el trabajo con los recursos que teníamos al alcance.

Esto aparentemente era su señal para alejarse de su máquina y acercarse a Sara y a mí, y comenzar una diatriba sobre la burocracia y falta de comunicación que imperaba en la empresa. Nos dio extensos ejemplos de cómo las oficinas de Torreón eran un caos donde todos vivían peléandose contra todos, cómo a su departamento le echaban la culpa de errores de otros, de cómo los mandos superiores no se preocupaba por lo que pasaba dentro de la redacción. De alguna manera, sin querer di pie a un "profundo diálogo" sobre los errores de la empresa, con López bien concentrado en señalar las inherentes fallas del modelo actual, y yo absolutamente desesperado porque se callara y continuara su trabajo. Acomodar la edición es un proceso demasiado laborioso, se quejaba él, pero por eso mismo yo deseaba que se pusiera a trabajar de una buena vez, porque no quería volver a salir tarde.

La "conversación" se alargó por casi media hora y comenzó a cobrar tintes ridículos. Yo comencé a responder con monosílabos o simplemente me quedaba callado, esperando que perdiera interés y volviera a trabajar. Nada, seguía echándole tierra a sus supervisores. Yo ya estaba rechazando su discurso con todo mi lenguaje corporal, casi dándole la espalda y poniéndole más atención a mi monitor que a él. Nada. Finalmente le dije, con el mayor tacto posible, que debería apurarse a acomodar porque ya era algo tarde. Me giré y seguí con lo que estaba haciendo, pero López siguió: "...es que los medios mandos quieren llevarse el crédito pero no aceptan la responsabilidad..."

Empecé a reírme, no pude evitarlo. Sara se dio cuenta. Nunca había lidiado con alguien así, que no captara las indirectas ni las semidirectas. Afortunadamente, tampoco pareció notar que me estaba burlando de él. La risa me duró poco, sin embargo. Sara se paró para ponerse el abrigo y en el instante en que le dio la espalda a López éste le lanzó una ojeada relámpago de pies a cabeza.

En ese momento sentí un desprecio y lástima infinitos por él. Me di cuenta de que se trataba de alguien enfermo, que no podía evitar comportarse de esa manera. Las paredes de su mente están tan cubiertas de porquería que cualquier vestigio de respeto, decencia o sentido común no podían asomar y se habían visto rebasadas por el cochambre. Le dije, de la manera más directa posible, que le quedaba una hora para completar lo que le faltaba. Terminó de armar la edición, y los detalles que habían quedado pendientes se los expliqué someramente, sin preocuparme de si había entendido o no. Nos despedimos de él fría y bruscamente y al llegar a casa Sara y yo tomamos turnos para tratar de comunicar lo profundamente repugnante que nos había parecido el tipo. Cuando le dije lo que había hecho con ella y la otra chava, me dijo: "vas a decir que sólo lo digo por lo que acabas de decir, pero sí daba una vibra de perv. De hecho en varias ocasiones me aseguré de que mi anillo de bodas estuviera bien a la vista. Que bueno que no me dejaste sola con él".

Releo esto y pienso que no queda del todo claro todo lo irritante de López. Su falta de empatía, su incapacidad de verse a sí mismo a través de los ojos de alguien más había creado una creatura así: un hombre que insiste en mantener conversaciones con gente que le da la espalda, que escupe gérmenes en su mano y te los restriega en la tuya, que desviste a las mujeres con la vista cuando están justo delante de él, y que considera sin dudar que lo que se le está enseñando está equivocado y que él podría hacerlo mejor.

Todavía a finales de la segunda noche López sólo llegaba a "la persona más irritante" que hubiera conocido. La noche siguiente, el epílogo de este encuentro remataría y lo colocaría en la categoría de "repulsivo".

Su compañero de Torreón llegó a estas oficinas para que se le entrenara a él también. Yo de inmediato me negué y la tarea cayó en los hombros de alguien más. Cuando estaba tranquilo haciendo mi trabajo de costumbre, alguien intentó añadirme a su lista de contactos de Messenger. Era López. Negarme no era una opción, porque después del entrenamiento se espera que seamos su soporte para solucionarles cualquier problema que se les presente.

Ahora lo tengo en mis contactos del messenger. Quién sabe cómo lo logró, pero a través de mensajes de texto resultó incluso más desagradable.

kyero novya fyel y wapa:

que nenas tan wapas vi por la makroplaza we, no te kise decir nada delante de la chava q esta en el portal , pork era platica de hombrez, ahi por la makro plaza pasan unas viejotas que parecen monumentos w

kyero novya fyel y wapa:

yluego como era puente pues pasaban mas de todos colorez y zaborez

kyero novya fyel y wapa:

en el hotel habia unas gringas, y unas maduronas wapotas

kyero novya fyel y wapa:

ahi en morelos igual pasaban ejercitos de chicas bonitaz, y una k otra feyiz


No le respondí. Cuando me dijo que ya estaba mandando material para su compañero, le dije que alguien más se estaba encargando de su entrenamiento. Lo último que me dijo:

kyero novya fyel y wapa:

donde habra un hotel baratote, pues tengo ganas de regresar a ver viejaz, se ven muy sencillas, quien sabe si asi sea la mayoria

kyero novya fyel y wapa:

io penzaba k aki estaban chidas y alla pasan mas chidaz k por aka

Kurenai:

Eh, sí, te busca tu amigo... mándale las páginas.

kyero novya fyel y wapa:

ahi me consigues los datos de un hotel bara w

kyero novya fyel y wapa:

algun lugar en mty o cerca k se conozca por sus mujeres bellas y sencillas decentes etz

kyero novya fyel y wapa:

pasaba cada ricura por la makro y por moreloz

kyero novya fyel y wapa:

no anda ahi la wera del centro de info ? esta bella


Honestamente, López, tienes un problema. Me aterran tus confidencias en complicidad, que pienses que podemos compartir "plática de hombres". A tu lado, me siento aristocracia pura. Cuando te respondo tus mensajes en el messenger, me imagino con frac, monóculo y chistera, y me fallan los dedos porque siento asco de tocar el teclado, como si fuera una extensión de tu persona. Las mujeres, López, no puedes tratar a las mujeres de esa manera. Y si eres un animal enfermo que no puede controlarse, al menos míralas por el rabillo del ojo, cuando nadie te esté viendo, no cuando estoy tratando de educarte. Conocerte me ha orillado aún más a la misantropía, y la idea de que más gente como tú camine entre nosotros me deprime. Has fracturado aún más la noción de que existe algo bueno y decente en todo ser humano.

Nunca vuelvas.

15 Comments:

después de leer el extenso post, solo me queda decir que "yo también ODIO A LOPEZ". Lo que es peor yo tuve que trabajar con un Lopez por 4 años, y la verdad que tratar con una persona asi 8 horas diarias, 5 días a la semana es desesperante pero al final llegas a ignorarlo completamente, como si solo fuera un insecto molesto que pasa por ahi.

By Blogger Calobeto, at 8:25 pm  

Hijole Kurenai, en serio que te deberían hacer un reconocimiento público por haber aguantado a ese especimen todo ese tiempo.

Recuerdo que en mi anterior trabajo a veces me topaba con compañeros muy perturbados que no solo practicaban el deporte de desnudar con la mirada a cuanta mujer estuviera a su alcance, sino que campechanamente me pedian mi opinion al respecto con un "o que? a poco no te gusta?" Patetico.

Ojala y este Sr. Lopez sea solo una horrenda excepcion y no la regla de la gente de Torreon.

By Anonymous Anonymous, at 9:14 pm  

Trivia:

Este es mi post #400.

By Blogger Kurenai, at 10:26 pm  

Calobeto qué gusto verlo por aquí =D
Luiz, en este post eché carrilla a la provincia pero la verdad todos somos cuates. Menos las porquerías de ser humano como López.

By Blogger Kurenai, at 10:27 pm  

después de alrededor de 45 minutos leyendo tu post eterno...

que asco de hombre, y que perversión total.. me imagino a un cerdo asqueroso tal y como lo describiste.. wiu...

pobre de tí, y pobre de jalapa.. o de donde sea...

By Anonymous Anonymous, at 10:49 pm  

El otro vato que vino después me dijo también lo de cerrar las fotos así. Que te pregunte el "Yes or no" y le des "yes".

Qué curados los dos.

By Anonymous Anonymous, at 12:44 am  

Yo creo que nunca me había dado tanta risa y miedo al mismo tiempo.

By Blogger mr blickz, at 1:20 pm  

ke pedo kon eszte w?
trate de escribir asi pero me tarde el triple de lo que me hubiera tardado en escribir esa oracion, no se porque hacen eso.
casualmente ayer vi la parte de legally blonde donde selma blair hace esa cara. creo que en cinecanal la estaban pasando.

By Blogger mario*, at 5:53 pm  

bato, despues de ver cuanto tiempo le dedicaste a lopez para escribir este post... lo pase a word y le puse un word count, recuerda este numero: le dedicaste 4570 palabras a tu colega.
10 HOJAS TAMAÑO CARTA!

By Anonymous Anonymous, at 11:12 pm  

Y por ello agradezco a todos los que lo leyeron de principio a fin, porque no tenían que hacerlo. Este es el mejor ejemplo de un post personal, que no tiene por qué interesarle a nadie más --pero si hubo quien se entretuvo con él, súper. No se supone que sea algo especial por su extensión: es una historia trivial, sólo no quise tomar atajos. Quise contar algo, para variar.

Fue en el Golden Choice, Mario, yo también vi que la estaban pasando. ¡O a lo mejor también en Cinecanal! Quién sabe, yo no tengo canales premium. Es de esas películas que siempre que están le dejo... me entretiene.

By Blogger Kurenai, at 4:12 am  

No pude evitar que me remordiera un poco la conciencia por alquien que indudablemente tiene cancelada algunas de las funciones primordiales del cerebro, como lógica, razonamiento, sentido común, una o todas, y que se haya esforzado tanto en acabar con su propio carisma.
Pero casi aseguraría que no es su culpa, aunque ponerme a disertar sobre "entornos sociales y principios básicos requeridos como predeterminados en la estructura familiar" resultaría mas bien rimbombante, soso, inútil, poco práctico y no soy tampoco alguien que puede juzgar a Mr. López.
Pero ¡vaya! que mi imaginación es gráfica y acabo de dibujar a López (también en Paint) y me quedó francamente grotezco (la escena de abajo, es Marty McFly poniéndole música rock pseudoheavy a su joven padre en "Volver al Futuro").

Concretamente, tu estilo es único. Nunca sentí desprecio, rencor, repulsión por López, claro que no, pero pude palpar un poco de esa pasión que tuviste para dedicarle esas 4570 palabras en un blog que es enteramente personal y que sabes que las personas no tienen por qué leer, pero dada esa pasión que imprimiste en ella, te lo digo con honestidad: imposible dejar de leer.

Qué buen blog me he encontrado aquí; mucho me honrarías si un día te asomas por mis ambos par de dos blogs y le das un vistazo. No tengo Lópeces en mi espacio, pero sin duda que hay cada caracter más... singular.

Te dejo un gran saludo, me permitiré visitar tu espacio con frecuencia.

Hasta la otra.

By Blogger Dark Söul D' Fenrir Inx III, at 2:52 pm  

¡Gracias!

Yo también lo dibujé, pero en el messenger.

Después de leer tus "cinco costumbres extrañas", me alegro de no haber hecho mi propia lista: hubiera sido muy trivial en comparación. Fascinante... buena lectura.

By Blogger Kurenai, at 3:58 pm  

Hola Brother!

Estoy simplemente sorprendido por el largo blog (¿inspirado?,¿dedicado?,¿exorcisado?)sobre Lopez.Corrigeme si no,pero creo que es uno de los mas extensos que has hecho.
Pero definitivamente hay algo que puedo saber, y que asi escribieras otras 10 hojas sobre este tipo y tu encuentro con el,no necesitaria imaginarme mucho.
Te creo que es la persona mas repulsiva que has conocido.
Recuerdo como en la secundaria habia pequeños Lopez en potencia e incluso identificables(...como aquel tipo y su demostracion de fuerza sobre-humana en el escritorio)pero nisiquiera entonces te escuche decir lo que acabo de leer.Apesar de que en esta ocasion la descripcion que haces sobre su personalidad o lo que sea que tenga este tipo y el irritante tiempo que estuvo contigo es muy personal,no puedo mas que ponerme en tu lugar y sentir el mismo deseo de lavarme las manos constantemente.Algo me habias platicado sobre Lopez pero nunca me imagine tal magnitud.
Me hubiera encantado verte y conociendote hubieramos hecho hasta lo imposible por asegurarnos que no le quedaran ganas de regresar y despertarlo de su fantasia porque JAMAS tendra una mujer como por las que tanto babea.

Saludos!!!

By Anonymous Anonymous, at 2:47 pm  

¡AH SÍ, ESE TIPO! El estudiante de secundaria más jarioso del condado. Siempre que se ponía shorts tenía que cargar con una libreta para taparse el cotorreo.

Pues sí, en bolita le hubieramos pegado chicle en el pelo y otras cosas. Me acordé del chiste, que usábamos con aquél "camarada":

Estaban dos moscas chupando una pila de excremento. Una le dice a la otra:

"No pues ese López, te digo, tenía una jungla en la nariz, estaba dejando bacterias por todos lados, y se le quedaba viendo a las mujeres bien descarado..."

Y la otra mosca se voltea y le dice:

"Wey, estoy comiendo..."

By Blogger Kurenai, at 9:13 pm  

io me divertí!

By Anonymous Anonymous, at 3:26 am  

Post a Comment


Now playing



Elsewhere










Archives


Contact me